domingo, 23 de marzo de 2014

UN GRAN DÍA EL DE AYER

Qué pena que tengamos una prensa y algunos medios de comunicación impresentables, al parecer la noticia sólo es;  que fue una manifestación de (radicales de izquierdas) o como ya dijo el presidente de la Comunidad de Madrid, González, por cierto, “presunto” corrupto, a todos los que apoyamos y participamos en las marchas, no tuvo ningún reparo en calificarnos de  (neonazis), hay declaraciones que son difíciles de clasificar sin insultar al autor, sin duda problema de tener más educación. Los medios sólo destacan que a última hora, un grupo de radicales actuaron salvajemente contra la policía, que es cierto, pero lo que no dicen es que fue la policía la que empezó a provocarlos aún sin terminar el acto, dando pie a los incontrolados, que siempre los hay  y que nada tienen que ver con los que llenamos las calles pacíficamente.

Como dice El Gran Wyoming, hasta aquí las noticias; ahora les contaremos la verdad.

22M Marchas por la dignidad, convocaban diversas instituciones, muchas de ellas ni siquiera eran partidos políticos, a ellas se sumaban gentes de toda clase social, todas unidas por un denominador común, el de recuperar la dignidad que sibilinamente nos están arrebatando a pasos agigantados. La convocatoria,  afortunadamente todo un éxito sin precedentes en la historia de la democracia, a pesar de los muchos obstáculos que en algunos pueblos alcaldes impresentables presentaban a los caminantes que pacíficamente iban dejándose la piel en el camino, e incluso alguno los llamo “rojos de mierda”. En otros en cambio fueron recibidos con gran alegría y solidaridad, ofreciéndoles no solo alojamiento sino alimentos que compartían con ellos Os recuerdo que entre ellos había no sólo gente joven, también personas mayores, incluso muy mayores, y personas que en su gran mayoría no son de ningún partido político.

Los guardia civiles cumpliendo órdenes, faltaría más, detuvieron a muchos autocares antes de entrar a Madrid sin ningún motivo, bueno sí, el de retrasar la entrada para que se fuera formando un gran caos en el tráfico y echarle la culpa a las Marchas, a pesar de todo no lo consiguieron y todo marchó sobre ruedas.

El grueso de los manifestantes, tanto los caminantes como los miles de personas que ese mismo día nos unimos a ellos, cada cual como mejor pudo: coche, tren y mayoritariamente autocares. Mi familia y yo nos decidimos por este último, quizás más incomodo, pero también mucho más ameno, pues podías ir conversando con diversos amigos, de esta manera se hacía más corto el camino.

Durante la espera estuvimos paseando con la familia y unas buenas amigas por los Jardines del Retiro, siempre una gozada. Después de reponer fuerzas nos dirigimos al punto de encuentro, tengo que decir que cada colectivo tenía asignado uno distinto con el fin de molestar lo menos posible y no formar ningún caos, todo salió perfecto y cada cual se fue incorporado a su sitio sin ningún problema.

Sabíamos que iba a ser un gran éxito, yo así lo había vaticinado, y no porque sea vidente, no, pero creo que se palpaba en el ambiente, sobre todo a través de los  medios  sociales, y  gracias a las personas que con su ejemplo han sabido subirnos la moral, admirarlos y sentir en nuestros corazones que no podíamos dejarlos solos en sus reivindicaciones, que son las nuestras, y las de todos, luego de alguna manera teníamos que sumarnos a ellos aunque solo fuera en la culminación el día 22M.

Lo cierto y la pura verdad es que, cuando llegamos al lugar de la cita y encontrarnos con tal cantidad de gente de toda clase y edades, alegres y emocionados llenando literalmente las principales y largas calles, avenidas y plazas de este Madrid hermoso, en la que sin ninguna duda era la mayor marea humana de la historia de la democracia, (algo que pocos medios dirán) pero los que estábamos allí somos testigos y el pueblo de Madrid también, y como no, todos los medios de comunicación, otra cosa es lo que les obliguen a contar.  Más de un@ entre los que me encuentro, lloramos de la emoción, sin duda había merecido la pena.

Los valientes que habían hecho miles de kilómetros a pie, nos contaban, como la gente les aplaudían al pasar y como se emocionaban y les decían que estaban con ellos, seguramente esa mayoría silenciosa que por diversos motivos no pueden acudir a la cita pero que si que están y se siente. No cabe la menor duda de que se ha hecho historia, todos  los medios europeos sean hecho eco de tan magno acontecimiento promovido por un pueblo sencillo pero cansado, humillado,  avergonzado e indignado de ser siempre la ofrenda en el sacrificio, y que ya no tolera más  que lo sigan estafando.

A paso lento, demasiado lento y con mucha dificultad nos fuimos incorporando a la marcha, con una esperanza compartida y un civismo absoluto, del que el gran Gandhi se hubiera sentido orgulloso. Caminábamos hablando unos con otros conociendo a otras personas con las que solo nos unía el mismo cometido, los mismos problemas, yo particularmente, pase un buen rato hablando con una señora  muy educada que estaba a mi lado, iba sola, era de Jaén pero se había criado y vivía en Madrid, me comentó que, aunque sus hijos no tenían problemas, sentía que debía apoyar con su presencia a los que si los tienen, me dio mucha alegría pues eso mismo es lo que yo siempre reivindico, que sintamos empatía por el prójimo, tengamos o no problemas.

Es muy importante que todos los seres humanos no perdamos nunca la dignidad, de lo contrario sólo seriamos animales, arrastrándonos ante la voz del amo.

Un día esplendido con nubes que a ratos amenazaban lluvia, otros el sol nos devolvía la energía. Sobre las seis se levanto un aire frío de nieve, muy molesto, aun así,  todo salió a pedir de boca. Llegó un momento en el que no se podía avanzar, pues el Paseo del Prado estaba colapsado, decidimos volver dando un paseo hacía la estación de Atocha, a descansar un rato, comentar lo acontecido, y hacer hora.

Día por tanto grande, muy grande, del que salimos ampliamente satisfechos de que hubiera una unión tan grande y gratificante, no es muy normal que distintas fuerzas se unan por un bien común espero que tomen nota los partidos de que la unión hace la fuerza, algo tan sencillo y tan difícil de conseguir. Fue un gran placer encontrar y saludar a los muchos amigos a los que hacía tiempo no veíamos, y este hecho se convertía en alegría desbordante cuando nos abrazábamos.

Por todo lo expuesto, es pues muy triste que se comente más en los medios esos actos vandálicos que, a pesar de ser estos sin duda reprobables, solo fueron una minoría que junto a otra minoría de policías que no dieron la talla, fue la única nota discordante, ya que se podía haber evitado si  las fuerzas del orden supieran contenerse, y no provocar a los que de verdad tienen motivos sobrados para estar indignados con esta sociedad que les está robando su futuro. Aunque quizás no debería serlo, es muy normal que  cuando la tensión se acumula la gente explote, lo raro es que con lo que está cayendo no haya pasado ya algo muy  grave. Que nadie tiente a la suerte. Doy por supuesto que las fuerzas del orden (que pagamos todos) están para eso guardar el orden, pero no para provocar el desorden, salvo que interese a las altas esferas, tener un motivo para reprimir más de lo que ya se está haciendo. No sería justo que pagaran justos por pecadores.

Lo que de ninguna de las maneras debe ni puede ensombrecer lo que fue un gran día reivindicativo para la democracia de este maltrecho país.

Felicidades a todas y todos los que pudimos disfrutar de verdad, de esas horas caminando juntos con un respeto y un saber estar irreprochable, por mucho que intente enmascararlo de violento, no solo no lo fue sino que fue ejemplarizante.

Y felicidades a los organizadores por el orden en el que se desarrollo el acto durante toda la tarde. Y por devolvernos la ilusión, para poder pensar sin ninguna duda que  SI SE PUEDE. 

domingo, 16 de marzo de 2014

RETAZOS 9º


LA LLAMABAN LOCA

Sonreía con su cara inexpresiva pegada al cristal de la ventana. Los demás la ignoraban, era algo reciproco ya que también ella los ignoraba a ellos, sabía de sobra que la llamaban loca, y le era indiferente, le daba exactamente igual. Hacía años que dejó de preocuparse por el qué dirán. Ella  vivía a su manera, aunque lo de vivir es un decir, simplemente se dejaba llevar. ¿Acaso vivir sin normas es locura? No sé, puede que sí.

Era verdad que ella había amado con locura, quizás demasiado. De su amor había hecho el único motivo de su existencia. Era apasionada, amaba con todos los poros de su piel. Sin ninguna duda había sido una mujer hermosa. La mirada de los ojos negros de su hombre era  el oxigeno para su mente, su dosis de droga diaria. Sus caricias, los abrazos y sus besos el sustento de su cuerpo. Él la colmaba del néctar de la vida, con dulces palabras susurradas al oído. Ellos dos eran puro fuego, llama viva. Nunca hubo una pareja más compenetrada y unida.

Una mañana el se fue como siempre a su trabajo, la dejo con el cálido sabor  a miel de sus besos con los que ella mantenía el deseo durante el largo día, todo su cuerpo anhelaba su vuelta. A veces odiaba el trabajo que lo apartaba de ella. Otras veces se volvía a meter en la cama, sólo  para oler el aroma del amor compartido y derramado que aun perduraba entre las sabanas. Las horas de espera  se le hacían interminables, solo el recuerdo de las horas pasadas le hacia la espera soportable.

Todo lo demás lo hacía como una autómata. Se dejaba llevar. Las horas pasaban sin que hicieran mella en ella, estaba tan abstraída pensando en sus maravillosos momentos de amor compartidos que nada ni nadie lograban distraerla.

Aquel día, él no volvió. Ella llamo al trabajo, le dijeron que salió a su hora, llamo a los familiares, a los amigos, a todos los hospitales, a la policía, nadie sabía nada. Pasaron las horas sin que nada nuevo pasara. La familia y los amigos se quedaron con ella. Estaba como loca, no comprendía que le pudo pasar, ¿Por qué no volvía? Tenía que haberle pasado algo muy grave, el nunca se paraba con nadie, él ansiaba su vuelta a casa tanto como ella su regreso.  

Sin embargo los interminables y largos días pasaban y la vida seguía a su alrededor, sin que ella lo notara. A los días le siguieron las semanas, los meses, y nadie daba señales de haberlo visto en algún sitio.

Los años pasaban sin noticias. Ella realmente, estaba muerta en vida, pues solo malvivía, con la incertidumbre de no saber que paso ese aciago día. A veces reía sin venir a cuento, o lloraba. Pero no estaba loca, no,  sus recuerdos y la esperanza era lo que la mantenían viva, creía que en cualquier momento el aparecería por la puerta y todo volvería a ser lo que fue.

Con el tiempo empezaron a llamarla loca, porque hablaba de él en presente, como si nada hubiera pasado, se arreglaba con esmero todos los días a la misma hora para recibirle. Cuando pasaba la hora en la que él solía llegar, la angustia la ahogaba, y su cara se descomponía como una muñeca rota, se encerraba en su cuarto sola con su desesperación. Todos los días se dormía abrazada a su ropa. Sus ojos ya sin lágrimas se cerraban sin dominio. Todo su ser se desmadejaba, como marioneta sin guía. Y así un día, y otro, y otro, y otro. Ajena a todo lo que la rodeaba, sola con sus recuerdos.

Realmente no estaba loca de verdad, estoy segura de que no, pero quizás  la esperanza de su retorno era para ella mucho más dulce que la triste y cruda realidad. Solo se engañaba a sí misma, a nadie hacia daño.