sábado, 12 de enero de 2013

RETAZOS 6º EL HOMBRE QUE NO SABIA DEMASIADO.



Estaba sentado sobre una gran piedra, su vista se perdía entre cerros y valles, el cielo lucía bellas nubes, que formaban extrañas figuras en su recorrido. Él había pasado su vida entre esos parajes, y nunca le había importado. En realidad siempre se había sentido un hombre feliz, dentro de su sencillez.  Cuidaba de sus ovejas y perros, y recorría con ellos los campos, durante las cuatro estaciones. Tuvo una mujer con la que convivió en armonía, hasta que dejó este mundo, pero nunca sintió por ella la pasión del verdadero amor. También tuvo un hijo, al que adoró, pero que no pudo retener, y cuando fue lo suficiente mayor, se marchó por esos mundos de dios, y nunca supo que fue de él. A pesar de todo, no fue del todo infeliz, aceptó lo que la vida le había destinado, con la resignación que da la ignorancia, o quizás, la sabiduría natural.

Ahora, en el ocaso de su vida, estaba triste y meditabundo. Pensaba que había tenido una vida demasiado vacía de contenido, o insulsa. Apenas aprendió a leer, y escribir, pero podría haber escrito bellos relatos sobre naturaleza, ya que entre ella y él, había un vínculo muy especial de respeto y admiración mutua. Él sabía de naturaleza más que cualquier entendido. Con solo mirar al cielo ya sabía el tiempo que iba hacer. Y la hora que era, sin necesidad de llevar reloj. Intuía cuando iba a ser un año de sequía o de grandes lluvias. Sabía hacerse entender por los animales, sin hablar, aunque a veces sí que había un monólogo de él, con ellos que seguían en lo suyo, pero sobretodo, hablaba mentalmente consigo mismo. Alguien le regaló una vez un transistor, para que no se sintiera solo en la montaña, pero apenas lo usó, prefería el rumor de las aguas, en su transcurrir por el arroyo. El canto de los pájaros. El silbar del viento. Las grandes tormentas sus truenos y relámpagos. Los ladridos de sus amigos los fieles perros. El balar de las ovejas. El croar de las ranas. Y sobretodo el silencio para sus más íntimos pensamientos. Porque pensar si que pensaba, a eso no se enseña, se aprende solo.

Las cabras, y los perros, eran sus abnegados y distraídos escuchantes, cuando alguna que otra vez hablaba con ellos en voz alta, como si estos, lo pudieran comprender. Nunca echo de menos  un diálogo, o una disputa, con un igual, aunque alguna que otra vez alguien pasaba por allí, y cruzaban algunas palabras. Él se acostumbro a esa vida, y nunca ambiciono otra cosa que no fuera su espacio  de aire libre, y puro. Disfrutaba viendo crecer la hierba, y las pequeñas flores. Disfrutaba cuando en los cambios de estaciones cambiaba paulatinamente el tono del paisaje, de los colores verdes de la primavera, por los dorados del estío. En las noches calurosas, mirar el firmamento, y extasiarse con los millares de estrellas, y distinguía los planetas sin saber su nombre. El cambio de los marrones del otoño, a los inmaculados blancos del invierno. Cuando éste llegaba se veía obligado a permanecer largos días en su humilde casa al calor de la candela, entretenido en  hacer arreglos de herramientas, propios para su pequeño huerto, con el que se abastecía. Y pasaba largos ratos mirando tras el ventanuco caer la nieve, que envolvía con su manto todo el entorno.

Conocía las plantas, y recolectaba las que por tradición de padres a hijos, tenían beneficios saludables. En su casa, siempre había grandes manojos colgados de poleo, manzanilla, o romero. El nunca había estado enfermo, solo algún que otro catarro, sin importancia, que se curaba con las infusiones de tomillo y eucalipto. Su sana alimentación y el aire puro que inundaba sus pulmones, lo mantuvieron en perfecto estado de salud, a pesar de sus muchos años.

Por qué, entonces llevaba un tiempo, en el que se sentía incomodo, por primera vez en su vida. Acaso con los años le pesaba la soledad. O acaso intuía que estaba llegando a los últimos momentos de su larga y tranquila vida. En realidad no le importaba lo aceptaba con la misma naturalidad con la que había vivido. Pero su único pesar era no haber sabido nunca que le paso a su hijo, por qué, nunca dio señales de vida, el lo quería, y su hijo le dijo que le escribiría y que volvería. Habían pasado tantos años sin noticias, que la esperanza de su vuelta era cada vez más irreal, y el tiempo, su tiempo, se agotaba.

Pasaba largas horas sentado en su piedra, meditando. Y así lo encontraron una tarde de frió invierno doblado sobre sí mismo, y frío como el hielo. Sus perros sentados a su alrededor, queriendo calentarlo, y con sus cabezas echadas sobre sus pies, fieles como siempre, ellos fueron realmente los únicos amigos de verdad, que había tenido.

El hombre que no sabía demasiado, ¡¡o sí!!


martes, 1 de enero de 2013

COMENZAMOS UN NUEVO AÑO, 2.013


Todos los comienzos de año, escuchamos las mismas frases hechas, los mismos deseos, algunos sinceros, otros pura rutina y protocolo. Parece que por unos días queremos o necesitamos olvidarnos de la cruda realidad, y eso es lógico, pero no podemos olvidarnos del todo, más que nada, por empatía con los que realmente están en una muy  grave situación, como son: Los parados; los desahuciados; los enfermos de larga duración; los dependientes; los emigrantes involuntarios; los jubilados con mini sueldos; las afectadas de violencia llamada de género; y todos los que son maltratados de alguna u otra forma; los vagabundos que duermen en los portales de las casas; las familias que han tenido que tragarse el orgullo para ir a los comedores sociales; las injustas guerras, y sus víctimas inocentes, que serán recordadas solo como “daños colaterales”; la todavía discriminación laboral de la mujer, inadmisible en este siglo; los que mueren de hambre y miseria, sin que las Naciones Unidas, consiga terminar con esa lacra, y un largo etcétera.

Junto a los buenos deseos, están los del otro lado, los llamados pensamientos malvados, pero no menos justificados, en forma de maldiciones, tipo “gitano”, con todo mi respeto hacia ellos, que nada tienen que ver con lo que día a día nos indigna.

Nos indignan. Los corruptos, ya sean políticos, banqueros, o cualquier persona, que hace de su vida una estafa. Los mentirosos, que engañan a pobres incautos, aprovechándose de su confianza, e ignorancia. Los que matan, pues nunca hay motivo para hacerlo. Los que no respetan los derechos humanos. Los hipócritas, que dicen lo contrario de lo que hacen. Los que destruyen la naturaleza, sin pensar que las nuevas generaciones, tienen derecho a disfrutarla como lo hemos hecho nosotros.  Y otro largo, largo, etcétera.

Mis mejores deseos, son solo para toda la buena gente. Los que están pagando esta crisis sin ser merecedores de tal castigo, cuando los verdaderos culpables están tranquilamente, disfrutando de un estatus que moral o éticamente no les pertenece, y que muchos deberían estar entre rejas. Admiro y les deseo lo mejor a los que con su aportación, física y presencial están poniendo su granito de arena para ayudar, en casos como los desahucios, aun sin tener la mayoría de ellos ningún problema. Eso se llama solidaridad, afortunadamente hay muchas personas, que dedican su tiempo libre a ese tipo de causas, con su altruista labor consiguen que la gente afectada no se sienta sola, posiblemente gracias a ellos se eviten muchos suicidios. Nadie sabe lo que una persona desesperada puede llegar hacer. Que no nos toque.

Y mis “maldiciones, a lo gitano” y sin compasión, a todos los que pudiendo hacer algo no lo hacen, como es el caso de los gobernantes, que con los recortes a los más débiles solo demuestran una gran falta de ética, de buenos principios, de coherencia, y si, de mucha mezquindad. Cuando un gobierno ignora y se salta a la torera, la indignación del pueblo que sale a la calle, ejerciendo su derecho de manifestarse contra un gobierno, que ha hecho todo lo contrario de lo que prometió. Nunca como ahora, jamás, todos los gremios, se han tirado a la calle, gentes que jamás se habían manifestado, y este gobierno haciendo oídos sordos. Sin duda pasara a la historia, como el más rápido en hacer lo contrario de lo prometido. Cuando estaban en la oposición, fueron el azote del anterior gobierno, e hicieron la oposición más miserable de la democracia. Ahora han superado todo lo habido y por haber, al incumplir en menos de un año punto por punto, todo su programa. Con su mentalidad, están manchando la Constitución, que aun sin ser perfecta, hay que respetarla, y no se está haciendo.

Y qué decir de sus eufemismos, eso sí que tiene mérito, hay que tener mucho ingenio, me imagino que para eso sí que tendrán un buen asesor, pues la verdad es que en toda la historia de la democracia, jamás que yo recuerde, tuvo tanta inventiva un gobierno, para cambiarle el nombre a las cosas. Ya escribí hace meses sobre los eufemismos de este gobierno, pero aquello se ha quedado corto.
   
Cuando parecía que ya era imposible inventarse alguno más, ¡sorpresa! Han surgido la tira de ellos, jo, que buen asesor, posiblemente sea lo único bueno que tienen, por llamarlo de alguna manera, pues solo es con la finalidad de disfrazar el contenido dramático que cada eufemismo encierra en sí. 

Veamos solo unos cuantos más; Al temido “rescate” le llaman, “préstamo financiero” o “apoyo financiero” que viene a ser lo mismo, pero que lo digan como lo digan, lo pagamos todos.

Los temidos “recortes” son realmente, según ellos claro, “reformas estructurales, necesarias” que también pagamos todos, menos ellos claro.

El famoso “copago” es un “repago” pues ya lo pagamos con nuestros impuestos, a quien le afecta, a los mismos de siempre, faltaría más.

La subida del IVA, no hombre no, solo es “un gravamen adicional”.

En este país no existe la “recesión” solo tenemos “un crecimiento negativo”.

Y este es buenísimo, a la injusta y reciente “amnistía fiscal” le llaman, con mucho arte eso sí, “incentivar la tributación  de rentas no declaradas”.

No me digan que no hay que tener imaginación y arte, son muchos más, pero como muestra ya vale, que estoy cansada y convaleciente, me paso a leer un libro para despejarme.

Solo me queda que deciros que el 2.013 os sea leve.