miércoles, 28 de diciembre de 2011

28 –DE DICIEMBRE – DIA DE LOS SANTOS INOCENTES.


Podría empezar este artículo, contando las buenas noticias que todos quisiéramos escuchar: “Señores, la crisis se ha terminado”. Los sueldos por fin se descongelan.  Habrá trabajo para todos, sin distinción de sexo, o raza. No habrá más recortes  en sanidad, siempre será gratuita, y se pagaran todos los gastos de las personas dependientes por enfermedades de larga duración. La educación pública será de calidad, para todos los españoles, y no se subvencionara a la privada. Los artículos de primera necesidad, bajarán, y subirán los de lujo. Los políticos, se pondrán unos sueldos adecuados, pero no desorbitados. Los políticos no estarán más de dos legislaturas en sus cargos. Los políticos cambiaran la ley para que el voto de los partidos minoritarios tenga  igual valor que el de los grandes. Los bancos, bajaran los intereses. Ya no harán falta los comedores sociales, pues todos tendrán un trabajo y una vivienda digna. Todos habremos aprendido a consumir con moderación, pero sobretodo con cabeza. Todos miraremos por el medio ambiente, para dejar a nuestros descendientes un planeta en perfectas condiciones de habitabilidad. La iglesia se autofinanciara, y pagara el IBI (por fin). Los millonarios, dejaran sus dineros en los bancos españoles, demostrando por primera vez en su vida, que de verdad aman a su país España. No habrá economía sumergida, y todos pagaremos nuestros impuestos, con buena voluntad pues serán bien empleados. No habrá más guerras, solo con la finalidad de vender armas, o por intereses petrolíferos de las grandes naciones, ni por fanatismos religiosos, etc. etc.

Sería precioso que fuera verdad, pero como comprenderéis solo es una ilusión, un deseo, o una inocentada. Hoy  día de “Los Santos Inocentes” en el que la iglesia conmemora, la matanza de los niños menores de dos años mandada por el rey Herodes por temer este, a el que según los cristianos seria el Mesías. Herodes, conocido como “Herodes el Grande” rey de Judea, al que la historia lo trata como un gran político, militar, y constructor, siendo más conocido, por los hechos ya descritos.

 Sin embargo otros historiadores como Flavio Josefo, en sus escrituras sobre Judea, no hacen ninguna mención a dicha matanza, ni ningún otro historiador es más alguno piensa que fue confundida con otros hechos ocurridos en distintas fechas. (Pero bueno que más da, eso ya no lo sabremos nunca).

Ya en la Edad Media empezaron, parece ser, entre monaguillos y sacristanes a gastarse bromas en tal fecha, costumbre que poco a poco se expandió al resto de las gentes. Algo incomprensible, pues los hechos fueron demasiado dramáticos como para hacer mofa de ellos, pero los humanos somos “muy raritos” lo cierto es, que tan incongruente costumbre llegó hasta nuestros días. Todos los años se repiten noticias falsas en los periódicos, en la radio, o en la televisión, la gente se gasta bromas, una costumbre que yo recuerdo de cuando era niña, era que a los amigos o conocidos se les pedía algo de dinero prestado fingiendo una urgencia, para una vez conseguido decirle “que te lo paguen los santos inocentes”.  Ahora es más común el de las noticias falsas o raras, y el popular muñeco o monigote recortado que se pega en el “inocente” más cercano.

Solo quedan tres días, para terminar 2011 un año aciago, nefasto, trágico, y todas las calificaciones que queramos añadirle. Un año, en el que los más débiles, (como siempre) han visto mermadas sus ya de por si dañadas economías. Lo peor es que se esperan más restricciones, no me gusta ser agorera, pero siempre soy realista, ojala me equivoque, y los deseos y las buenas noticias ficticias con las que he empezado este articulo se cumplieran no tardando mucho.

Deseo de corazón que los malos augurios, se vayan para siempre, como se van las aguas que corren por los caudalosos ríos y nunca regresan. Y que el próximo, como mal menor, os sea leve.

jueves, 15 de diciembre de 2011

DE PROFESIÓN "PARÁSITO" O LO QUE ES LO MISMO, VIVIR DE LAS RENTAS


Creo que por el titulo ya os habréis imaginado, que el personaje no puede ser otro que el señor “Cayetano”, ilustre hijo de la muy honorable señora, “Duquesa de Alba” (casi ná) a la que nadie le tose, ni se atreve a llevarle la contraria. La duquesa, se viste y se peina como le da la gana -y hace muy bien-  lo que no es normal, es el peloteo que pulula a su alrededor. Aunque la duquesa lleve el vestido más horrendo, y los pelos como las pelucas de carnaval, los periodistas de las revistas del corazón, dicen que tiene mucha personalidad vistiendo ¡Qué graciosa es la duquesa!  ¡Qué bien baila la duquesa!  ¡qué arte tiene la duquesa! La hipocresía llevada al máximo extremo.

El señor Don Cayetano de Alba -de los Alba de toda la vida, como dicen algunos-, ha conseguido lo que nadie, que todos los andaluces estemos de acuerdo en que es un impresentable.  Que a muchos, nos gustaría echárnoslo a la cara para decirle lo infame de sus respuestas, a las preguntas que un avispado periodista logro sacarle. Además de compartir una indignación colectiva, hacia el personaje en cuestión.

Un señor que no ha “dáo” un palo al agua, en su acomodada y puta vida, se permite el lujo de criticar a los jóvenes andaluces.  Cuando la gran mayoría de jóvenes, seguro, que tienen más y mejor preparación que él, por la sencilla razón de que  a ellos nadie les ha regalado nada, lo han conseguido con su esfuerzo, ¿Podrá el decir el lo mismo?  ¡Lo dudo!  Se permite el lujo de criticar las ayudas miserables que algunas familias tienen la “suerte” de recibir del Estado sólo para “sobrevivir”. ¿Sabrá este personaje el significado de la palabra sobrevivir? ¡También lo dudo! De otra forma tendría más cuidado con sus declaraciones, ofensivas, e injustas.

El y toda su “trupe”, llevan años cobrando verdaderas fortunas de la Comunidad Económica Europea, por sus latifundios -pero eso es muy digno-. Crearon la “Fundación Casa de Alba” con el solo propósito de cobrar millonarias subvenciones -pero eso no les da vergüenza, no, claro que no -. Dicho esto, creo que la culpa no la tienen del todo ellos sino el Estado que se lo ha permitido. Yo me pregunto: ¿Por qué se dan ayudas a quien no le hace falta? nunca lo entenderé, estamos hablando en este caso de una de las mayores fortunas no solo de España sino de Europa. Él y toda su casta,  llevan desde el siglo XIV en el que a un antepasado suyo (al que se le apareció la virgen), le nombrara “Duque de Alba” el Rey Enrique IV por los favores prestados en conflictos entre la nobleza castellana, en sus muchas luchas y enfrentamientos solo por el poder –como siempre-. Ducado que se fue incrementando generación tras generación, a través de los muchos casamientos entre la nobleza, la cual solo se emparentaba si convenía a las arcas de la familia, lo que quiere decir que solo lo hacían con quien podía ampliar su ya próspero patrimonio. Luego esta familia, llevan toda la vida viviendo de las rentas.

Y volviendo al “señor” Cayetano, el protagonista de todas las fobias que el mismo ha levantado contra él y de paso contra toda su aristocrática familia.

¿Qué sabe este señor, lo que significa para una persona honrada perder su trabajo, y tener que depender de la familia, eso en el mejor de los casos, en otros tienen que pasar la vergüenza de pedir ayuda a los Servicios Sociales? Porque aunque este señor no lo sepa, todas las personas tienen “orgullo” por muy humildes que estos sean. ¿Qué sabe este señoritingo lo duro que es, que te echen de tu propia casa, y sigas debiéndola? Lo estamos viendo a diario, en los informativos.  ¿Qué sabe de la desesperación de ver que sus vidas se hunden en la miseria, y de no poder darles a sus hijos una vida mejor, como hasta hace poco lo hacían?  ¿Qué sabe de los contratos basura, con los que los jóvenes son explotados año tras año sin ver salida a sus aspiraciones de independizarse de sus familias, porque tienen edad suficiente para hacerlo, pero no pueden permitírselo?  ¿Qué sabe de los esfuerzos que han hecho muchos padres para poder darle a sus hijos una carrera, con la esperanza de que el día de mañana tengan una vida mejor que la que ellos tuvieron y ahora los ven con la carrera terminada y sin empleo?  ¿Qué sabe de lo que es pasar hambre y frio?  ¿Qué sabe del mísero sueldo que les pagan a muchos, aun echando diez horas al día? ¿Qué sabe de los padres que no pueden disfrutar de sus hijos por falta del tiempo que les roba unos trabajos mal remunerados, hijos que tienen que criar sus abuelos? ¿Qué sabe de los que seguramente si la cosa no se arregla, no cobraran una pensión decente al final de sus días, después de llevar toda una vida trabajando? “Trabajar”, otra palabra que seguro tampoco conoce. ¿Qué sabe del miedo que tenemos todos los españoles, a que privaticen la Sanidad Pública, unas de las pocas cosas buenas que tenemos en España? Pero, perdón, todos no, los privilegiados como él, no tienen nada que temer.  ¿Qué sabe este señor de los intentos de suicidio de muchas personas que no ven salida a su túnel particular de negrura interminable?

¡Nada, no sabe nada! ¡Absolutamente nada! Ni siquiera tiene la honestidad y deferencia de ponerse en el lugar de tantas personas afectadas por una crisis creada por culpa de personas como él, que solo buscan sus propios intereses, ambiciosas e insensibles al dolor ajeno. Hay que tener muy mala sangre, y ser muy ruin.

Por todo lo expuesto considero que  este personaje es un “miserable” y no es que lo diga yo, ha sido él solito, el que se ha clasificado como tal, por su falta de humanidad.   
 
Esta será la primera y única vez que escribo sobre estos personajes, que nada aportan a la sociedad y por tanto, no merecen que yo pierda mi valioso tiempo. 

jueves, 8 de diciembre de 2011

CONCHA, MI MADRE.

Creo que es hora de dedicarle unas líneas a mi madre, esa mujer  que tanto me dio y de la que tanto aprendí. Mujer sencilla, pero de buenas maneras y facciones  agraciadas, dulce y suaves, de mediana estatura. Mi madre era una mujer extraordinariamente sensata e inteligente.

Nació en 1915 en Nerva (Huelva), su padre trabajaba en las minas de Río Tinto cuando la famosa huelga de 1920, que empezó en enero, tuvo varias etapas intensas, pero la más virulenta tuvo lugar entre agosto y septiembre, finalizando en enero del 1921, fue seguida por más de once mil trabajadores, creo que fue una de las más dramáticas y feroces - quizás la que más- de este país. Huelva acogió a cientos de niños y madres lactantes, donde eran atendidos en comedores especiales creados expresamente para tan cruenta situación. Otros ayuntamientos y particulares colaboraban con donativos, pero la situación llegó a ser tan tremenda que toda España se hizo eco del gravísimo problema y más de tres mil niños fueron acogidos por cientos de familias que generosamente se habían ofrecido a través de los intermediarios, que a su vez eran voluntarios.

El escritor Cobos Wilking, en su novela “El corazón de la Tierra”, retrata a la perfección un trozo de la historia de la cuenca minera de Río Tinto, anterior a la citada huelga de 1920, los hechos citados ocurrieron en la última década del siglo XIX, donde cientos de personas fueron vilmente asesinadas, crímenes que fueron ocultados durante muchos años a la opinión pública. Realmente fue una masacre consentida por los políticos, siempre a favor del poderoso, ya que fueron participantes activos de los terribles asesinatos. Las gentes que por su cercanía se enteraron de los terribles acontecimientos y los bautizaron con el nombre del “Año de los tiros”.

Mi madre como tantos otros niños, fue separada de su familia, con tan solo cinco años,  imagino lo traumático de la situación, a pesar de eso tuvo suerte -entre comillas-, de ser acogida por un matrimonio cordobés sin hijos y de buena posición. Estos eran los encargados de una de las tabernas de la Sociedad de Plateros que estaba ubicada en la calleja Munda, posteriormente pasaron a regentar la de la calle San Francisco, donde prácticamente se crió mi madre hasta su casamiento. Seguramente no olvidó nunca sus raíces, pero sé que fue muy feliz con esa familia de clase media que la criaron como propia sin faltarle de nada incluyendo una buena educación. Nunca he sabido que pasó con sus padres biológicos ¿qué ocurrió cuando terminó la huelga y la hambruna, que desgraciadamente vivieron miles de personas y todo volviera a la normalidad?, aunque la normalidad no dejaba de ser miseria y penuria ¿Pero por qué sus padres no la reclamaron? Realmente no lo sé, ni siquiera sé si mi madre sabía algo que no nos contó nunca, pues no le gustaba hablar del tema, se ve que aún le producía dolor. Separar a una niña con cinco años de sus padres y familiares, tuvo que ser traumático, debió de sentir un desarraigo tremendo, y difícil de superar.

Creo recordar, en los gastados vericuetos de mi mente en algún rinconcito muy lejano el haber oído siendo yo muy pequeña, algo de que su padre emigro, pero nunca supimos si fue solo o con el resto de la familia.

Otra cosa que pudo pasar es que su madre biológica, con su familia desmembrada, y sin posibles, o bien pudo morir de pena, o sabiendo que la niña estaba siendo criada en un estatus que no se podía comparar a lo que ellos podían ofrecerle, es posible que voluntariamente renunciaran a ella en beneficio de la niña. Sin duda un sacrificio que debió costarle la salud, pero sólo son suposiciones.

Mi madre jugaba y frecuentaba el museo de Julio Romero de Torres pues era amiga de las hermanas de este, dada la cercanía con su casa, y porque también ellos, la familia Romero Barros frecuentaba la taberna, donde tanto el vino como la comida era de excelente calidad según nos contaba mi madre.

Conoció y sufrió, la guerra “incivil”. A veces nos contaba anécdotas vividas, en la propia casa, que como he dicho antes era la Sociedad de Plateros, taberna muy concurrida por los vecinos de los alrededores, que en ella estaban tranquilamente tomándose un vino con los amigos, cuando de pronto entraban los fascistas y se llevaban a algunos hombres, ante el pánico de todos los presentes pues ya sabían, que al que se llevaban no volverían  verlo nunca más.

También recuerdo que nos contaba como ella y su padre escondían libros -que según el reciente régimen eran perniciosos-, en una cornisa que había en la azotea de la casa. La familia sufrieron muchas pérdidas de buenos amigos, que ningún mal habían hecho, solo pensar en libertad. ¡Qué gran crimen verdad?.

Mi madre fue una gran mujer en todos los sentidos, extraordinariamente fuerte, que supo afrontar los graves problemas de escasez en tiempos de la posguerra, con entereza y dignidad. Por desgracia los padres adoptivos, murieron  jóvenes, apenas mi madre llevaba un par de años de casada, en el intervalo de un mes, perdió a los dos -decían, que ella murió de amor- ellos que estaban en buena situación hubieran sido el sostén, y la fuerza, que a mi madre le faltó. Por segunda vez mi madre vivió la tragedia, y no solo en la perdida de sus dos seres más queridos, comprobó y sufrió, por primera vez la maldad y la ambición de la gente. La familia de los padres adoptivos, una vez muertos estos tan inesperadamente, y sin haber dejado testamento hecho, entraron a destajo en la casa y se quedaron con todo lo habido y por haber, ropas, joyas, muebles, todo el patrimonio, que de haber dejado testamento habrían dejado a la que consideraban su hija. Mi madre se quedo sin nada, cuando más lo necesitaba pues fueron tiempos duros.

Pese a los malos tragos por los que la vida la puso a prueba, tenía una entereza fuera de lo común. Jamás escuche a mi madre, quejarse de nada, y eso que pasaron bastantes apuros económicos, ni la escuche decir una palabra mal sonante,  ni criticar a nadie, tampoco era persona de recrearse en su desgracia, la aceptaba con la elegancia que le daba  la buena educación que había recibido.

El primer hijo que tuvo, fue otro duro golpe, pues la cría se asfixió antes de nacer y la hermosa niña nació muerta.  En aquella  época se paría en las casas, solo con la ayuda de la matrona, sin ninguno de  los modernos métodos de hoy día. Seguía la racha de mala suerte. Un año después nació mi hermano Antonio, al siguiente, tuvieron el segundo, otro varón al que le pusieron Rafael, cinco años más tarde nací yo,  y cinco después mi hermano el menor José. Pero me consta que entre medias hubo abortos, no sé si naturales o provocados. No eran años propicios para tener muchos hijos. Pese a que carecíamos de muchas cosas, tuvimos una infancia feliz.

Mi madre era una lectora empedernida, la recuerdo por las noches con la poca luz que daban aquellas primeras bombillas de luz mortecina, se quedaba leyendo hasta las tantas de la noche, el gusto por la lectura lo adquirió de sus padres que además tenían una buena biblioteca, después se tenía que conformar con lo que le prestaban.

El buen arte de la cocina lo adquirió de su madre, al igual que yo de la mía, al parecer la abuela era una excelente cocinera, -aunque no creo que lo fuera más que ella- no he conocido a nadie que guise también como lo hacia mi madre, ni siquiera yo que aprendí de ella. Mi madre hacia del plato más sencillo un verdadero manjar, las humildes verduras que algunas veces mi padre le traía del campo las convertía en algo suculento, por ejemplo unas “vinagreras” para el que no las conozca eran como las espinacas pero mucho mejores, yo siempre escuchaba decir que -eran mucho más finas-.  Las croquetas de carne o de pescada, las albóndigas de bacalao, las setas de álamo que mi padre le traía del campo, esas no las he vuelto a comer pero tengo su sabor grabado en la mente. Dios mío, dejare de mentar las comidas de mi madre porque se me está haciendo la boca agua y también porque la lista sería interminable.

Mi madre fue una mujer como he dicho al principio, muy inteligente, educada, sensata, prudente, poco habladora,  pero cuando tenía que decir algo lo decía tan bien que dejaba a todos con la boca abierta, recuerdo haber oído más de una vez decir a algún vecino -leche con Concha que bien sabe defenderse- también tenía un don especial con los números, sin necesidad de lápiz hacia cualquier cuenta mentalmente en unos segundos. Era muy difícil que alguien la engañara en las cuentas, los que vendían a cuenta por aquella época tenían la tendencia a escurrírsele el lápiz más de la cuenta, como la mayoría de la gente humilde, no sabían ni poco ni mucho, pues los tenderos sin escrúpulos abusaban de ellas poniendo números de más, pero con mi madre no podían ella les paraba los pies y les demostraba que la cuenta no era la correcta, teniendo que disculparse ante ella, a ese ya no se le ocurría tratar de engañarla nunca más.

Recuerdo que enfrente de mi casa vivía una prestamista o usurera “mujer que prestaba dinero” para pagar poco a poco, con un buen recargo -igual que los bancos-  en más de una ocasión mi madre tuvo que recurrir a ella, esta sabía muy bien que mi madre llevaba  las cuentas a la vez y que era imposible engañarla.

Años difíciles los que le toco vivir, y con qué dignidad los supo llevar en silencio, sin darle tres cuartos al pregonero, si tenía o no era su problema, salía adelante con lo que podía, pero un plato caliente siempre había, con unas simples patatas te chupabas los dedos, o con unas sopas de ajo, o de cebolla, comidas de pobres que al pasar por las manos de mi madre se convertían en manjares exquisitos.

La vida no fue, dadivosa con ella, muy al contrario, hasta le escatimo la salud, tanto, tanto, que murió aún joven, con los años que yo cumpliré en Marzo, sesenta y cuatro, y ni tan siquiera pudo disfrutar de la lectura en sus últimos años pues el “azúcar” la dejo casi ciega. Pienso en todo lo que se perdió, en la cantidad de cosas que ahora podría disfrutar, por ejemplo; para ella el tener toda una biblioteca a su disposición hubiera sido el no va más.

Cuando murió mi madre, tuve la sensación de no haber hecho por ella lo suficiente, sentí que debía de haberla mimado mucho más, no solo por ser mi madre sino porque la vida la trató mal, pero cuando te das cuenta ya es demasiado tarde. Seguramente es algo que nos pasa a todos al perder a los seres queridos, es el sentimiento de culpa que nos invade, aun a sabiendas de haberlo hecho bien  pensamos que no ha sido suficiente.

Los años me han hecho comprender la gran persona que fue mi madre en todos los sentidos, yo diría una heroína como muchas mujeres anónimas a las que la sociedad nunca les reconoce su valía y aporte a la comunidad. Valga pues, este humilde homenaje no solo a mi madre sino a todas aquellas mujeres que vivieron unos años de miseria en la guerra y posguerra, y supieron mantener a sus familias unidas contra viento y marea. De sus sufrimientos y sacrificios nadie habló, solo quedaron para ellas, entraba dentro de su intimidad, y murieron con ellos.

 Concha mi madre, fue una gran mujer.

Y para mí un verdadero orgullo ser su hija.