Las mujeres, si, ellas o nosotras, las consideradas injustamente,
durante miles de años por la historia como el sexo débil y como seres
inferiores sin serlo, pues está más que demostrado que no es cierto. Pues bien,
cuando las mujeres paren, o parimos, a
nuestros hijos, da igual cuantas veces lo hagamos o lo hagan, entre cada mujer
y sus hijos se crea un vínculo para toda la vida, no importa el tiempo que pase,
entre madre e hijos hay siempre lo que yo llamo el “cordón umbilical invisible” que los unirá hasta que la muerte o la
demencia los separe. Cuando el médico o matrona corta el cordón umbilical solo corta
el vínculo físico, pero nunca el mental o afectivo, y ese será siempre eterno e
“invisible”.
El cordón invisible es nuestro gran amor, el único de
nuestra vida sin condiciones. Es un continuo desasosiego por su bienestar. De
pequeños, lógicamente son responsabilidad de los padres que los hemos engendrado,
y tenemos la obligación de criarlos, alimentarlos, educarlos, tratando por todos
los medios que sean felices, y sobretodo buena gente. Pero el vínculo va mucho
más lejos que cualquier obligación o compromiso, ya sea obligado o voluntario.
Ese lazo invisible que nos une aún en la distancia, será para siempre, como si
se tratara de un contrato indefinido, hasta el final de los días. O ¿acaso no
estamos dispuestas a todo por ellos? o ¿acaso no sentimos su dolor como
nuestro? o ¿acaso no anteponemos sus necesidades a las nuestras? o ¿acaso no
daríamos mil veces la vida por ellos si fuera necesario o posible? o ¿acaso su
felicidad no es la nuestra, aunque estén lejos, en la distancia, o en el
tiempo?
A lo largo de la vida, tenemos
muchos amigos, de ellos, de los amigos, te puedes ir despegando por diversas
circunstancias de la vida. Del novio, también, por desamor, por engaño, o
incompatibilidades. Del marido prácticamente
igual que del novio. Somos seres únicos y libres de elegir nuestro camino, y
con quien queremos recorrerlo. A muchas personas que pasaron por nuestras vidas,
simplemente las olvidamos, dependerá
mucho de la intensidad del afecto o del cariño que se sintiera por esa persona
en particular, la recordaremos o no, a
muchas sin rencor, o sin dolor, incluso si el afecto era grande, con
complacencia y amistad. Los recuerdos en general no son rencorosos, salvo en
ocasiones en las que el daño que nos hicieron fuese demasiado cruel por las
mentiras y la traición premeditada, casi siempre inmerecida, la verdad aunque
sea dura es siempre preferible a una mentira.
El vínculo de las mujeres con los hijos será eterno, nunca se desprenderán
de él, por muy mal que se porten. Podrán estar lejos, muy lejos, en el último
confín del mundo, no importará y siempre
existirá ese hilo invisible afectivo y super elástico. Los hijos podrán apartarse
de su madre por diversas causas, exceso de trabajo, o simplemente a causa de otras influencias, tampoco importará,
aunque si dolerá. Aun cuando en los
últimos años de nuestra vida no vengan a vernos, seguiremos queriéndolos igual,
aunque dolerá. Siempre el desapego de los que más queremos duele, y mucho.
Dicen que el órgano vital el “corazón”
no duele, es mentira, si duele, y mucho, sin que para ese dolor exista ningún
analgésico efectivo.
El desinteresado amor a los hijos, es la única carga que
llevamos los padres en general, sobre nosotros toda la vida sin que por nada,
ni por nadie de este mundo, estemos dispuestos a dejarla de lado nunca, a veces
con sacrificios, otras con gusto y alegrías, pero sobretodo, con un
inconmensurable amor. Por regla general, es la madre la más abierta y tolerante
¿a qué madre no le suena eso de –Anda mamá, convence tú a papa? Ese vinculo,
ese cordón umbilical invisible y extensible, también, abarca a los nietos, por
ellos somos capaces de hacer lo mismo que por los hijos, sin ninguna duda, será
para toda la vida no importa la edad que tengan, siempre serán, nuestros niños.
Nadie nos enseña a ser padres, los hijos no vienen al mundo
con un libro de instrucciones. A las mujeres nadie nos obliga a ser la máxima
responsable de esa personita, es por decisión propia, y no siempre es fácil. Los padres, en general todos,
nos preguntamos cientos de veces si lo
estamos haciendo bien, pregunta sin respuesta, eso nos perturba. Tampoco nadie nos enseña a
las mujeres a ser tan generosas con los hijos, es algo natural, que nace desde
que sabemos que están dentro de nuestro cuerpo, como una parte más del mismo. Desde
ese instante, los queremos más que a nosotras mismas. Solo hay algunos casos
anormales de madres egoístas y desnaturalizadas, pero de esos casos
excepcionales no hablo pues no me gustan ni es lo común.
De todas formas que nadie piense que las mujeres, solo
queremos ser madres, renunciando a nuestras legitimas aspiraciones, de eso
nada. O que una mujer es menos mujer por no tener hijos, de ninguna manera, es
solo una decisión personal en la que nadie debe de entrometerse. Yo quiero
pensar que la maternidad debe ser voluntaria, es demasiada responsabilidad, y
hay que estar muy segura de querer ser madre, y padre, pues un hijo es cosa de
dos.
Un hijo es un compromiso para toda la vida, y debe ser engendrado
voluntariamente, pues no todo es de
color de rosa, lo mismo te dan muchas alegrías, también sufrimientos, pues
siempre queremos lo mejor para ellos, Y por encima de todo está el bienestar y
los derechos de los niños, algo que algunos en nombre de no sé qué falsa
conciencia quieren imponernos a las mujeres, sin pararse a pensar que es mucho
más importante la felicidad y el bienestar de los niños nacidos, que la
incertidumbre que les espera a los todavía embriones cuando el entorno donde se
criará es mísero o violento, o en el caso de las malformaciones, una corta vida
cruel y desnaturalizada, no solo para ellos también un calvario para las
familias, si eso es caridad cristiana, que venga Dios y lo vea, yo desde luego no lo acepto, precisamente por el bien de todos
esos niños.
No quiero que ningún hombre piense que ellos los padres no
son importantes, lo son y mucho, que no se sientan excluidos, para nada, son
tan importantes como las madres, ni más ni menos, ojo, e igual de responsables,
ya que hay demasiados casos de padres que se desentienden dejando a la madre
toda la carga de su educación, y entretenimiento, pues no solo es educar, el
día es largo y los niños tienen que jugar y dar guerra, en esos casos la
paciencia de ambos padres es imprescindible, aunque por regla general es la
madre la que más goza de esa virtud. Los
padres tienen la obligación de colaborar y ayudar en todo lo referente a los
hijos, afortunadamente cada vez hay más hombres concienciados con su
responsabilidad, ya que los hijos no son un objeto u adorno del que se puede
presumir en algunas ocasiones, son pequeñas personas en fase de aprendizaje, dependientes
de sus padres y necesitadas de mucho cariño.
El “cordón umbilical invisible” que existe sin estar, ciertamente
nadie puede cortarlo o romperlo, ese cordón, es el nexo de unión entre madre e
hijo, extendiéndose hasta los nietos, y
existirá hasta el fin de nuestros días, o como dije al principio, solo el
deterioro de nuestras neuronas lo puede truncar.
Por favor, que la sociedad
deje a las mujeres la elección de ser madres y respeten, que las mujeres
sean las únicas dueñas de su cuerpo, y decidan cómo, cuándo, y con quién, quieren
ser madres o no. No se es menos mujer por no tener hijos, en ningún sitio está
escrita esa barbaridad. Solo es cuestión
de respeto y tolerancia.
Como siempre digo, “VIVE
Y DEJA VIVIR”.
2 comentarios:
Gran razón tienes, Conchi. NO existe en el mundo sentimiendo más profundo que el maternal. Lo del padre es otra cosa mucho más endeble. Por ese motivo, qué grandes deben ser las razones de una mujer para, renunciando al hijo, acudir al aborto, motivo que debería ser más que suficiente para que dejaran de perseguirlar y de considerarlas seres de segunda categoría que necesitan la tutela del varón.
Totalmente de acuerdo contigo, algo que para cualquier persona sensata es normal, hay muchos intolerantes e hipócritas,que no lo comprenden, y es tremendo y lamentable que se persiga y se les prohíba algo que ya de por si es traumatico, nunca lo comprendí siempre desde pequeña escuchaba conversaciones de las mujeres de mi casa, que usaban métodos rudimentarios incluso absurdos, y no digamos las que se exponían a ciertas matarifes que en el mayor de los casos acababan en tragedia, mientras que las pudientes, lo hacían con todas las garantías y en el más absoluto anonimato, siempre ha habido una gran hipocresía por parte de la sociedad insensible a las necesidades de mujeres en dificultades graves.
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