domingo, 20 de febrero de 2011

LOS OFICIOS ARTESANOS

Desde el principio del mundo el hombre se las ingenio para sobrevivir, inventando herramientas rudimentarias, que les ayudaran a cazar, a curtir pieles para soportar los fríos invernales, Etc. Ciertamente pasaban años, entre un descubrimiento y otro. El fuego fue uno de los inventos más importantes, junto con la rueda, y la agricultura. Usaron herramientas hechas con piedras y madera, hasta la edad del bronce. Y así, siglo a siglo, la inteligencia unida a la necesidad, hacía de hombres y mujeres artesanos por necesidad. 

 ¿Que son los oficios artesanos? A pesar de la ambigüedad, podríamos llamar “artesanos” a los productos que se elaboran manualmente, con materias primas, como; madera, fibras vegetales, barro, metales, cuero, etc… suelen ser productos únicos, y actualmente llevan el sello de calidad que los identifica como hecho a mano, y tienen el valor de lo exclusivo.

¿Se perderán los oficios artesanos? Muchos ya se han perdido, otros muchos están en vías de extinción. Algunos de los más antiguos que desaparecieron hace años son: Carretero: era el constructor de carros, tartanas, remos, timones, norias, galeras, etc. Calderero: era el que fabricaba y arreglaba sartenes, peroles, calderas, etc. Chalan: el chalan se dedicaba a la compra venta de mulas, y asnos jóvenes llevándolos por pueblos y ciudades. Aguador: el aguador cargaba en su carro tirado por una mula, barriles llenos de agua, para abastecer a los pueblos y ciudades donde no tenían fuentes. Sillero: trabajaba con la madera hacia los palillos y el asiento de enea. Matarife: se dedicaba a ir a las casas en época de matanza, el se encargaba de matar al cerdo, abriéndolo en canal y destripándolo, en una espuerta llevaba cuchillos  navaja de afeitar, y cuerda para amarrarlo. El guarrero: recogía a los cerdos de la vecindad para llevarlos al campo a comer, y los devolvía por la tarde. Era prácticamente igual que el Pastor, Pocero: este se dedicaba a hacer pozos en la tierra para encontrar agua, el trabajo era duro, pues tenía que bajar hasta quince o veinte metros, aunque dicen que estaba muy bien pagado. Tintorero: aquí tengo que hacer un alto pues mi abuelo fue tintorero, oficio que enseño a uno de sus hijos, mi padre, en honor a ellos relatare algunos recuerdos de mi niñez. 

A mi casa la llamaban la “casa del tinte”, porque mi padre era tintorero, oficio que aprendió de su padre, mi abuelo. No recuerdo exactamente qué edad tendría yo, pero debía ser muy pequeña, no obstante aún tengo grabadas aquellas imágenes, de mi padre entre los enormes calderos, sobre unas estrevedes no menos grandes, había varios, uno lleno de agua hirviendo, donde diluía el tinte removiendo con un enorme palo, el color era el que el cliente previamente había elegido, en uno de los muestrarios de colores, aunque el más solicitado era el negro para los lutos. Otros dos calderos más, uno con agua fría que fijaba el color,  y otro también con agua fría que servía para acabar de enjuagar la prenda y que quedara limpia. 

 Aquella humareda impregnada de un fuerte olor, que no era desagradable, que desprendían los pigmentos de los tintes, el olor de las maderas que se usaban para las candelas que había  continuamente que avivar, cuando subían las llamas tiznando toda la caldera, era una mezcla del bonito color de las llamas y los olores que para mí era hipnotizador, una atracción que me dejaba  absorta, me gustaba tanto entrar en el corralón, donde mi padre tenía toda esa pequeña industria artesana, que mí madre sabía siempre dónde encontrarme. 

El proceso era muy laborioso y pesado, pues la mayoría de las veces eran abrigos o chaquetones de un género de paño bastante pesado. Cada proceso tenía su tiempo el de teñir había que esperar con la prenda colgada, para que se fijara el tinte, después varios enjuagues, no os podéis imaginar lo que podía pesar un abrigo de aquellos empapado, mi madre tenía que ayudarlo a sacar las prendas con ayuda de unos gruesos palos y entre los dos lograban tenderlos. El secado tardaba mucho pues en esa época no había secadoras,  por ultimo había que entregar la prenda en perfecto estado de plancha, (tampoco tenía centro de planchado) pero mi padre era un perfeccionista y entregaba las prendas como recién compradas. No me extraña que mi padre tuviera los problemas de espalda que tuvo después. 

Años más tarde  tuvo que dejarlo, aún teniendo muy buena clientela, venida de todas partes de Córdoba y de un alto poder adquisitivo para aquella época, el encarecimiento de los tintes unido al enorme trabajo que requería el oficio totalmente artesanal.

Mi padre era un artesano nato, o como decimos ahora, un maestro del  bricolaje. Podía fabricar y arreglar con sus manos, cualquier cosa, lo mismo arreglaba los tejados, que reparaba los desconchones de las paredes, o podaba las parras, se fabricaba las cañas de pescar le quedaban tan bonitas que la gente caprichosa se las compraban, sabía hacer los catrecillos para sentarse cuando iba de pesca, con un pequeños trozos de madera hacia el puño de las navajas, o nos hacia algún juguete, con esparto le hacia las fundas a las damajuanas o garrafas, o arreglaba los zapatos como el mejor de los zapateros, etc…  

Otros oficios como ya dije al principio algunos seguramente se perderán por no ser rentables o por que no habrá quien los sepa hacer, solo una muestra: Huevero, Zapatero, Bordadora, Alpargatero, Marroquinero, Alfombrero, Encajera, Sillero, Abaniquero, Afilador, relojero, Espartero, Hojalatero, Guarnicionero, Filigranero, aquí vuelvo a hacer un alto para recordar a Antoñita la mujer de mi primo Manolo, que era una excelente filigranera. 

Antoñita, en el verano se sentaba en el patio a trabajar en el precioso arte de la filigrana. La recuerdo sentada en su silla delante de una pequeña mesa rectangular, de tablero grueso, con la altura adecuada al trabajo que en ella realizaba. Creo que es uno de los trabajos más bonitos y delicados de la orfebrería o platería cordobesa. Yo me quedaba embelesada y no me cansaba de mirar una y otra vez. Seguía con la vista el camino que aquellos finísimos hilos de plata de diversos grosores, que se iban deslizando en las expertas manos de mi prima, rellenando espacios y dejando otros vacios formando dibujos semejantes al encaje, todo a una velocidad de vértigo. Con la mano derecha sujetaba una pinza terminada en una punta muy fina, que era la única herramienta que usaba, mientras que con la mano izquierda sujetaba la pieza que iba rellenando magistralmente de bellos dibujos (aquello era magia para mí). Y no digamos cuando veía las piezas terminadas; cofres, abanicos, pendientes, pulseras, rosarios, etc. Todavía conservo el rosario que ella me regaló para mi comunión. Después he sabido que el arte de la filigrana la difundieron los árabes, siendo Córdoba una de las ciudades que más tradición tiene. 

Entre la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX llega la Revolución Industrial, donde el trabajo manual, es reemplazado por las “mágicas” maquinarias que todo lo hacen, sustituyendo a casi todos los  artesanos. Indudablemente ningún ser humano puede competir con una maquina.

La poca artesanía que hoy hay es un artículo de lujo que pocos pueden pagar, pues son muchas las horas que hay que dedicarle a cualquier trabajo manual, de ahí que no sea rentable,  por desgracia algunos más se perderán, ¡o quizás no! ¡ ojala!

4 comentarios:

Paco Muñoz dijo...

Mi tía Rafaela, que era con quien hablaba muchas veces y era confidente de cosas que con mi madre no comentaba, me habló en cierta ocasión de haber ido a tintar a tu casa, y que conocía a tu padre, cuando le dije que salía con una niña que vivía en esa casa, y que me gustaba mucho.

Bartolome Olivares dijo...

Muchas gracias Conchi estoy realizando una guia de artesanos de Cordoba y tengo como bien sabes un grupo en facebok que se llama manos artesanas y la verdad que quedo muy sorprendido de ver el gran patrimonio de artesanos que tenemos y que por desgracia no se ponen en valor ni se les presta ninguna atencion, no se que se quiere vender de cara a la Capitalidad paro desde luego esto seria un gran proyecto para hacer de Cordoba un referente Europeo en la Cultura de los Artesanos.Me sorprende mucho que a todos los artesanos entrevistados a ninguno de ellos se haya dirigido nadie a niven institucional para proponerles algo de cara al Proyecto de la Capitalidad. Tendran como siempre que venir de fuera para hacer este trabajo y decirnos lo valioso de lo que tenemos. Gracias por el articulo

Conchi Carnago dijo...

Paco,no me extraña,pues es cierto cuando digo, que a mi casa venia gente de todos los rincones de Córdoba principalmente gente pudiente pues la gran mayoría se teñían ellos mismos la ropa de luto en cubetas y con tintes normales que compraban en drogerias. Mi padre como tu sabes pedía los tintes a una de las mejores industrias de Barcelona.

Conchi Carnago dijo...

La artesanía como tu bien dices seria un buen reclamo para la capitalidad.
Pero tenemos un zoco que yo no se ahora, pero algunas veces e pasado y no había muchos, quizás tendrían que ser los artesanos quienes les propusieran soluciones a las autoridades, seria bueno un edificio que albergara "La gran casa de la Artesanía" moderna y con cabida para todo tipo de arte donde no solo se vendiera sino que se trabajara en directo, al turista y publico en general le gustaría, pues no tendría que andar de un lado para otro.
Espero verlo algún día.