Charles John Huflan “Dikens” nació en Portsmouth, Inglaterra, el 7 de febrero de 1812. Conocido universalmente como uno de los más grandes novelistas del siglo XIX. Sus magnificas novelas en las que el autor concentra con gran maestría, sentimiento, tragedia, humor, realidad, ficción, sus perfectas descripciones de los personajes, lo hicieron pronto popular. Autodidacta, lo que significa que ya nació con el don de saber comunicar con la pluma los sentimientos y realidades de los seres humanos.
Tuvo una vida relativamente normal, pero siempre se quejo de falta de cariño, hasta los nueve años en la que su vida da un vuelco, cuando su padre es denunciado por impago e ingresa en la cárcel, y con él, toda la familia se traslada a la cárcel para compartir la celda, algo que al parecer estaba permitido por Ley, ya que era el único modo de que la familia sobreviviera. Charles fue el único que fue trasladado a una casa de acogida, los domingos iba a la prisión para verlos. A los doce años lo pusieron a trabajar en una fábrica de betún para el calzado, donde tenía que estar diez horas pegando etiquetas en los botes de betún. Así pasaron varios meses hasta que su padre salió de prisión y el resto de la familia con él, para seguir mal viviendo.
A los pocos meses muere la abuela materna, y le deja a su madre en herencia 250 libras, lo cual no hizo que libraran a su hijo de las diez horas de trabajo, algo que a Charles le dolió bastante, y que reflejo en algunos escritos como en su novela más autobiográfica, (según dicen) “David Copperfiel” en ella escribe estas líneas ; “Yo nunca tuve ningún apoyo, ningún estimulante, ningún consuelo, ninguna asistencia de ningún tipo de nadie ¡Cuánto deseaba ir al cielo!” Sin duda palabras de alguien que ha sufrido mucho y sobretodo se ha sentido muy solo. Vivencias que marcaron su vida como escritor y que tan bien supo plasmar en sus novelas, denunciando las precarias y deplorables condiciones laborales en las que sobrevivía la clase obrera. Y que también conocía por propia experiencia.
En su inquietud por la escritura, en 1827 empezó a trabajar en el bufete de dos procuradores, un tiempo después como taquígrafo judicial, en 1828 comenzó a colaborar como reportero, para un periódico liberal, más tarde como cronista parlamentario, y periodista político, y poco a poco consiguió ganarse la vida con sus artículos que firmaba con el seudónimo de “Boz”. Le ofrecieron el cargo de editor y lo acepto. Creó un semanario donde difundía artículos de escritores noveles para darlos a conocer.
En 1837 escribe su primera novela por entregas “Papeles póstumos del club Pickwick”, a la que siguieron muchas más, todas con gran éxito. La gran mayoría de sus novelas fueron editadas por fascículos que regalaban con los periódicos, unas veces semanales otras mensuales, mas tarde eran impresas. A los 27 años ya era el novelista de más éxito y más popular de Inglaterra.
La popularidad, unida al exceso de trabajo mal remunerado, hizo que discutiera con sus editores, dando por terminada su relación con ellos. Viaja a Francia donde conoce a Alejandro Dumas y a Julio Verne, otros dos grandes de la literatura universal. De vuelta a Londres, organiza obras teatrales, incluso actúa como actor, una afición que siempre había tenido, incluso una vez fue a una prueba para una obra pero tuvo la mala fortuna de coger un tremendo catarro que se lo impidió. Lo que para él fue mala suerte, seguramente fue el destino, el que no quiso privar a la humanidad de sus magnificas novelas. A la vez daba conferencias sobre derechos de autor, en defensa de las prostitutas, y en contra de la pena de muerte.
En abril de 1836 se casó, de su matrimonio nacieron diez hijos. En 1858 se separa de su mujer. Un nueve de junio al regreso de un viaje a Francia, el tren en el que viajaba acompañado de su compañera una artista que conoció poco antes de separarse de su esposa, lo que indica que fue la causa de la separación, el tren sufrió un terrible accidente siete de sus vagones cayeron por un puente que al parecer estaban reparando, el único vagón que no cayó fue en el que iba Dikens, resultando todos los ocupantes ilesos. Fueron estos los primeros en auxiliar a los heridos.
Murió relativamente joven de una apoplejía en 1870, está enterrado en la esquina de los poetas de la abadía “Westminster”. Son muchas y numerosas sus novelas, muchas de ellas llevadas al cine, gracias a ello más conocidas por el gran público como son; “Oliver Twist” “Historia de dos ciudades”, “Grandes esperanzas”, “La pequeña Dorrit”. “Tiempos difíciles”, “Cuento de navidad”, “Papeles póstumos del club Pickwick”, a esas le siguen muchas más, y cientos de artículos. Todas ellas han sido llevadas al cine y al teatro en múltiples ocasiones, y de todas hay numerosas versiones tanto en películas como en series televisivas.
Sus novelas fueron tan populares porque en ellas describía a la perfección la sociedad victoriana en la que la clase alta y baja se desarrollaba. Dikens nunca se canso de denunciar las diferencias sociales, La especulación, de los mercados, la corrupción, ¿os suena de algo? y la escasa o nula sanidad de los pobres. Siempre denuncio con ahincó la explotación y el maltrato infantil, de la que el mismo había sido objeto, como demuestra en su novela Oliver Twist.
Su propia vida fue una autentica novela. Tanto que cuando empecé este artículo quería hablar, de algunas de sus obras más conocidas por todos, y de los personajes más conocidos pero al investigar su biografía me ha parecido interesante, y qué duda cabe que de ella se podría hacer un texto novelado apasionante.
Esto es solo un pequeño ejemplo de una biografía, extensa en todos los sentidos tanto profesional como personal, teniendo en cuenta que murió a los cincuenta y ocho años.
4 comentarios:
Esta mañana en la radio han hablado sobre su vida. Parece que en realidad David Copperfield es autobiográfica.
Muy interesante.
Si no cabe duda de que tuvo una vida dramática en su niñez, pero también intensa ya que conoció el éxito a una edad muy temprana, y la mantuvo hasta el final de sus días.
Y su mundo está y más que lo estará, además, muy de moda. ¡¡¡Volvemos al XIX!!!
Totalmente de acuerdo Manuel, retrocedemos en el tiempo a pasos agigantados, que pena verdad.
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