Feliz cumpleaños hijo. Parece que fue ayer, y ya ves, han pasado veintiocho años, el cinco de marzo del ochenta y tres, también cayó en sábado como este año, naciste por la tarde sobre las siete, después de una larga espera, ya sabíamos que eras un niño, (y es que con tantas modernidades no nos dejan nada al azar) naciste, con cuatro kilos doscientos, bien repartidos, la carita redondita, casi todos los niños al nacer están feúchos, pero tu saliste precioso, y no es pasión de madre. Yo, después del parto, tuve un desgarro de útero con hemorragia considerable, en esos momentos pensé que no os vería crecer ni a ti ni a tu hermano. Me dejaron en un pasillo sola y llore en silencio, hasta que me quede dormida antes de que me pusieran la anestesia. Cuando desperté te vi en el nido de cristal a mi derecha, estabas chupándote el dedo muy tranquilito, suspire agradecida a la vida por darme otra oportunidad.
Fuiste un niño inquieto, y poco dormilón, por lo que nos regalaste bastantes noches en vela. Por el día también me dabas algunos sobresaltos, te encontré varias veces a punto de caerte de cabeza al gatear por la red que tenía el “parque” con la clara intención de liberarte a ti mismo del “corralito”. Y con pocos meses saltabas de la cuna a la cama y de la cama al suelo, por lo que te encontraba a gatas por el pasillo, con el consiguiente susto, (para mi claro). Tenias una costumbre, y era la de limpiar a golpe de manotazo todas las cosas que teníamos de adorno en cualquier sitio que estuviera a tu alcance. Tu padre con mucha paciencia, las pegaba, las poníamos en su sitio, y volvías a hacerlo, y no creas que no te reñíamos y dábamos unos cachetes en el culo, incluso tu hermano trataba de convencerte para que no lo hicieras pero no servía de nada. El resultado es que tuvimos que retirar todo de tu alcance, (nos venciste) afortunadamente a la vez que cumplías años te ibas formalizando, siendo después un niño formal y muy responsable.
Cuando quisiste dejar los estudios por la guitarra, tu padre y yo supimos imponernos, y hacerte comprender, que tu futuro estaba en estudiar, si querías guitarra, que fuese como carrera superior de músico, y como meta el conservatorio, afortunadamente, aceptaste.
Cuando terminaste la carrera descansamos tranquilos, y cuando conseguiste entrar en el Conservatorio por primera vez respiramos tranquilos, “misión cumplida”. Pero el mérito es solo tuyo, tu esfuerzo ha valido la pena.
Estábamos acostumbrados a escucharte y verte, tocar en diversos sitios desde muy jovencito, pero cuando nos dijiste que ibas a dar una conferencia sobre la guitarra flamenca en el patio de la casa palacio de Orive, nos quedamos un poco perplejos, pues pensamos ¿qué extraño con lo poco hablador que es? El día de la conferencia íbamos con miedo pues temíamos que no estuvieras bien o que te quedaras en blanco. Cuando empezaste hablar y a la vez ibas documentando lo que decías, con soltura como si estuvieras acostumbrado a dar muchas conferencias, tu padre y yo nos mirábamos de vez en cuando, no dando crédito a lo que estábamos viendo y sobretodo oyendo. Tu padre y yo nos sentimos muy orgullosos de ti y comprendimos por primera vez, que ya eras todo un hombre responsable y muy bien formado. Nos fuimos a casa cogidos de la mano dando un paseo, con una sonrisa de oreja a oreja.
Hace un año que te independizaste junto a tu compañera Virginia, tu padre y yo estamos contentos porque os vemos felices, y es en definitiva es lo que a los padres nos importa, la felicidad de nuestros hijos.
Ya solo me queda por decirte, que seas siempre trabajador honesto y sobre todo una buena persona, es lo más importante en la vida.
Y como dice la canción que cumplas muchos más.
2 comentarios:
Felicidades para tu hijo Gabriel.
Felicidades para los padres.Tu relato emocionante de madre,me ha hecho recordar escenas también vividas con el nacimiento de mis hijos.
Saludos.
Gracias ben,por tus buenos deseos, si es que todos los que tenemos la suerte de ser padres queremos lo mismo, es la ley de la vida.
Un saludo.
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