domingo, 3 de octubre de 2010

OTOÑO O ZAFARRANCHO EN EL ROPERO

Lo que nunca se cuenta y nadie valora.

El otoño junto a la primavera son las dos estaciones más bonitas del año, en cuanto a cromatismo se refiere, pues si bien el invierno cuando nieva es bonito, no es duradero y tampoco nieva siempre, en cuanto al verano son muy bonitos los campos dorados por el trigo, pero no se pueden comparar con la primavera o con el otoño, de distintos colores. Ambas estaciones son maravillosas, y ambas han inspirado a grandes poetas, a parejas de enamorados y a pintores.

Qué duda cabe que yo las siento y las disfruto, pues sin ser poeta, soy sensible, estoy enamorada y soy pintora.

Ahora bien, no voy a hablar de lo maravilloso que es el otoño, para eso ya están los escritores y los poetas. Hasta aquí todo muy bonito, pero… no se queda ahí la cosa. Ya hace fresco por las mañanas y por las noches, se va notando el cambio normal de temperaturas, y yo en lugar de disfrutarlo, como sería lo normal, mentalmente me estoy preparando para el zafarrancho en el ropero, como yo lo llamo, y no exagero. Pero esto no sólo me pasa a mí, le pasa a todas las mujeres, salvo a las privilegiadas que en sus grandes casas, tienen grandes roperos donde no tienen que mover la ropa de sitio pues todas tienen su lugar inamovible. ¡Qué envidia!

Y digo mujeres, pues por muy modernos que ahora estén algunos hombres eso se lo dejan a la mujer, por eso de que:

-Yo no sé.

o,

-Es que tu lo haces mejor.

Parece fácil, y en verdad lo es, pero ya… ya, tiene lo suyo. No se a las demás pero a mí me produce dolor de espalda, primero descolgar prenda por prenda, y como normalmente las barras de los armarios están altas para mi estatura, cuando llevo un rato, ya estoy “jodía”. Hay que doblar adecuadamente, camisas y pantalones y empezar a clasificar, no… no, si no es difícil, pero la cama es baja y la “mua” esta doblada de mala manera, salvo que se hiciera de rodillas, cosa que tampoco es muy cómoda que digamos. Seguimos con las de los hijos, bueno yo ahí tengo ventaja, ya sólo estamos dos. Por último las mías, ya están preparadas para ser guardadas, pero para eso, antes hemos tenido que sacar, lavar y planchar, las de invierno que estaban guardadas, porque aún guardándolas limpias, por aquello de que no vayan a oler a ningún producto de los que usamos, para esos menesteres, hay pues que relavar, ¡Bueno, que cansada estoy! ¡Y eso que todavía no he empezado! Cada vez me cuesta más, deben ser los años.

¡No, nadie lo valora! y sin embargo ahí están colgadas en los armarios, limpias y bien planchaditas, solo hay que descolgarlas, ¡Qué bien, que placer! ¡Si hasta están perfumadas!

4 comentarios:

José Manuel Fuerte dijo...

Tienes toda la razón, amiga Conchi. Los hombres tenemos la sensación de que el armario es como lo del conejo y la chistera: Siempre está la ropa adecuada, limpia que huele al abrir el armario y planchada y tersa como el primer día. ¡Maravilloso milagro de la naturaleza!

Sin embargo, y cuando mi niña se encuentra haciendo esas cosas tan necesarias con la ropa, uno va y se acerca con sigilo para decir: ¿Te ayudo? y siempre la respuesta es "No, tú vete a la cocina y haz el almuerzo, que yo acabo pronto".

Si es que no aprendemos ninguno.

Conchi Carnago dijo...

Hola Jose Manuel, así es, el trabajo de la casa es el mas desagradecido, nadie se da cuenta cuando todo esta perfecto, pero que pasa si un día no se limpia el polvo, no se prepara comida, o no se lava y plancha la ropa, yo te lo digo un caos, nunca ha estado valorado. Por fortuna las nuevas generaciones de parejas comparten el trabajo desde el primer momento, cosa que me parece extraordinaria, como no podía ser de otra manera.
Gracias por leerme, un cordial saludo.

José Manuel Fuerte dijo...

Un placer leerte. Ya eres parte de mis blogs de fin de semana.

Y eso de que las parejas comparten las tareas... habría que verlo, que yo me conozco quien no da palo al agua (¿se dice así?)

MariaJU dijo...

En fin, ellos, no todos, pero si una gran mayoría, van cogiendo a diario la ropa limpia y preparada de armarios y cajones y su idea es de que crece toda ella por generación espontánea. Si por lo que sea algún día andas más achuchá de la cuenta y no te dio tiempo de colocar ropa en su sitio, te dicen con horror: "niñaaa, dnd están los calcetines?". Has de indicar q están aún en la canasta de la plancha y que no tuvieron tiempo de irse al cajón, jajaja, por poner un ejemplo. Lo del cambio de ropa en cambio de temporada es verdad q es algo que descoloca y altamente agotador, y como dice Ben, o se meten ellos ese día en la cocina y preparan de comer o no comes ni come nadie en casa.

Artículo muy recomendable de leer para los caballeros.