viernes, 17 de diciembre de 2010

LA NAVIDAD EN EL RECUERDO



Mis  mejores recuerdos de las navidades.

Mi casa, dos patios grandes el de entrada, y el principal, llenos de flores, el corralón multiusos, y paraíso de todos los niños de la casa, y el patinillo, un patio más pequeño donde estaba la cocina, el pozo, la pila, y el retrete.

 Recuerdo aquella gran cocina, donde las mujeres no paraban de trajinar, y ayudarse las unas a las otras a preparar la cena de la Nochebuena y la comida de Navidad.

 Se hacían roscos y pestiños, las niñas siempre queríamos meter mano a todo, con el pretexto de ayudar, aunque lo que realmente hacíamos era estorbar. Pero lo que más nos llamaba la atención era la matanza de los pavos la víspera de la Nochebuena, recuerdo que casi siempre era mi vecina María la que los hacía pasar a mejor vida, les doblaba el cuello y daba un corte tan certero que el pobre animal no decía ni pío. El otro día hablando con la hija de mi vecina Maria me recordó que un año su madre le había hecho una "operación" a un pavo que había comido mas de la cuenta, y estaba a punto d asfixiarse, y todavía faltaban unos días para la matanza de los pavos, ella ni corta ni perezosa, cogió un cuchillo dijo que le sujetaran bien al pavo y que prepararan aguja e hilo, le rajo el buche le saco con la mano todo lo que el ansioso pavo se había zampado y lo cosió y el animalito se quedo en la gloria viviendo por unos cuantos días mas. Es curioso pues yo no recordaba esa historia hasta que ella me 
me la comento. 

 Un año, uno de los pavos, al echarle el agua hirviendo para desplumarlo, la pobre victima saltó como alma que lleva el diablo dando brincos de un lado para otro, poniendo todo perdido de sangre y de agua con el consiguiente alboroto todos, grandes y pequeños corriendo para atraparlo y no fue fácil, no.
 Lo que realmente era asombroso era el aprovechamiento que se hacía del pavo, del que sacaban como mínimo para cuatro comidas, todas ellas exquisitas.

Mi madre tenía la costumbre de poner para la cena de noche buena una gran olla de albóndigas que hacía con la pechuga del pavo tengo que decir que las albóndigas de mi madre eran las mejores del mundo y no exagero. Con los muslos del pavo hacia un guiso que le llamaban “pepitoria” llevaba mucha cebolla y ajos, clavo, azafrán enhebra, laurel, pimentón, y vino. El resultado delicioso. Con la sangre el cuello, el hígado, y algunos restos más del caparazón de la pechuga salía un arroz impresionante.

La Nochebuena, después de cenar significaba juntarnos todos en el comedor de mis padres por ser el más grande, y cada familia llevaba lo que buenamente podía, lo típico de esa época; aguardiente, coñac, roscos, pestiños, perrunas y algunas peladillas y pare usted de contar, ya no había más, pero nos sabían a gloria. Luego la fiesta, en un rinconcito del aparador me dejaba mi madre poner un pequeño belén de recortable, que yo adornaba con piedras y hierbas, y un trozo de papel de seda de color azul simulando el cielo, que por cierto un año me lo rompieron mis hermanos tirándole piedras, ellos siempre estaban haciendo diabluras, como decía mi madre, “no inventáis na bueno” lo que me costó un buen sofocón.
 Con zambombas, panderetas y carracas, y todos, grandes y chicos, a cantar villancicos. Mi primo Manolo, que tenía una gran voz y además había pertenecido al Real centro Filarmónico, nos enseñaba las canciones de Eduardo Lucena y nos dirigía a todos, como un director de orquesta, cabreándose cuando alguno desafinaba que era bastante a menudo por cierto, parece que lo estoy viendo con su potente voz cantando el villancico de Ramón Medina “Las campanas de la Mezquita”:

Campanas las de la torre
torre de la Catedral (bis).
¡Qué bien repicáis a Gloria!
¡Qué bien repicáis a Paz!
La noche de Noche Buena
noche de la Navidad (bis)
El patio de los naranjos
huele a incienso y a azahar (bis)
y hasta las doce palmeras
se van meciendo al compás
cuando repicáis a Gloria
cuando repicáis a Paz (bis)

Campanero dime,
dime campanero
dime por favor.
Cuál de tus doce campanas
dime campanero repica mejor (bis)
Será la San Zoilo,
será la de la Asunción
será la de San Antonio
Será la de la Ascensión

Será la que toca al alba
y también a la oración
será la Santa Marina
que es su campana mayor.
Será acaso el campanillo
que hay junto al San Rafael
que esta noche, pobrecillo
quiso repicar también (bis)

Y entre risas y cantos se pasaba la noche en gran armonía.

Eran navidades muy sencillas, donde se compartía lo poco que había, los mayores se olvidaban por unas horas de sus preocupaciones, y los niños disfrutábamos de lo lindo cantando y jugando.

 Podríamos decir sin temor a equivocarnos, que eran, las navidades de la escases, y austeridad, obligada.

8 comentarios:

ben dijo...

Emocionantes recuerdos,que yo com
parto,porque mis navidades eran
iguales,pero en las Margaritas.
Y abusando de tu bondad,me gustaría
que dieras la receta de esas albon
digas,típicas cordobesas,que mi mu
jer,parece haber olvidado,porque le
falta algo,que no consigue darle
el punto.Gracias y saludos.

Conchi Carnago dijo...

Hola ben, es verdad que en la clase obrera las navidades variaban muy poco de una casa a otra, y la que variara es que tenía otro poder adquisitivo. En cuanto a lo de las albóndigas, no tiene mucha ciencia, yo las sigo haciendo como mi madre me enseño.

La carne; mitad de ternera, mitad de cerdo, ajos y perejil, muy picaditos, unas hebras de azafrán, un poco de nuez mozcada rayada, los huevos varían según la cantidad de carne, y muy importante el pan, es conveniente sacar la miga de un pan redondo de dos o tres días para que este asentado, y rallar, con ese pan están mucho más esponjosas, dejar reposar la masa unas horas para que el pan se ablande y mezclen los sabores, yo tengo costumbre de hacer la masa el día de antes, después un buen caldo casero hervir, formar la bolas e ir echándolas, cuando estén todas dentro y arranque otra vez a hervir, bajar el volumen de la candela para que hiervan a fuego lento.
El azafrán en hebra y la nuez mozcada son el toque principal, y lo que le da ese sabor y olor exquisito.
Espero haberte servido de ayuda.
Un saludo.

ben dijo...

Gracias sra. Conchi,en el pan estaba el detalle,que ella pone pan rallado,en lugar de miga,como Vd. indica.
Saludos.

harazem dijo...

A pesar de la fama (merecida) que tengo de antirreligioso me considero un degustador de villancicos. Siempre me gustaron esas pequeñas joyas de la poesía y la música populares (o de autor, pero al final siempre puplarizadas) pulidas como cantos de río por su continuo rodar de boca en boca de generación en generacion a lo largo de los siglos. De pequeño, en mis navidades, idénticas a las tuyas por lo que leo, me encantaba cantarlos, los coleccionaba y los enseñaba a los demás.

Hoy día los villancicos enlatados con que nos machacan desde los altavoces de los comercios o de las calles casi consiguen que los aborrezca. Cuando casi estoy a punto me tarareo uno de los tradicionales y me consuelo con él.

¡Y qué rocas las ammóndigas!

Conchi Carnago dijo...

Bien venido Manuel, Es inevitable que nos guste lo que formo parte de nuestra niñez,y los villancicos son recuerdos generalmente agradables de unión entre vecinos,y de compartir lo poco que se tenía.

Y en cuanto a lo que dices de la fama que tienes de anticlerical, ya somos dos, pues en varias ocasiones en este mismo blogg he dejado muy claro que no soporto la hipocresía
de la iglesia su doble vara de medir, su vergonzoso enriquecimiento, y su falta de ética, al no cumplir con la ley del setenta y nueve,de auto financiarse.

Anoche Paco y yo nos acordamos de ti, pues en la segunda cadena estaban echando un programa,sobre lo que ya tu nos adelantaste de los registros de la propiedad que indebidamente había hecho la iglesia de ermitas, que habían levantado las gentes del pueblo, terrenos,cementerios, y muchas mas. y que solo los navarros habían denunciado.

Estuvo muy interesante, ojala cundiera el ejemplo y se hable abiertamente de estas cosas,y se denuncien todas las arbitrariedades
que se cometan.

Un saludo.

Paco Muñoz dijo...

Conchi huelen hasta los pestiños.

Un beso.

José Manuel Fuerte dijo...

En la reunión familiar nuestra por Navidad tenemos por costumbre comernos el día 25 en el almuerzo unas albóndigas guisadas como las ha hecho siempre la abuela (mi madre) y no solo me he comido cinco o seis de ellas con su caldito azafranado, sino que además como han sobrado me las he traído para zampárnoslas también mañana... Exquisitas! Supongo que las de tu madre te sabrán las mejores del mundo pero que sepas que las de la mía saben también a gloria. Sin competitividades, que conste.

Respecto a ese villancico que pones, este año, como siempre, también lo hemos cantado. Veo que hay variantes que van pasando de generación en generación, aunque supongo que la letra original estará por ahí escrita de forma "legal".

Precioso recuerdo del pasado, Conchi.

Felices fiestas. Un beso para ti y un abrazo para Paco.

Conchi Carnago dijo...

Gracias José Manuel, estoy segura que la albóndigas de tu madre serán tan buenísimas como las que hacia la mía, que en paz descanse, y seguro que tu que eres un buen cocinero también las harás ricas, son recuerdos que más o menos se parecen en todas las familias. Los villancicos cada vez se cantan menos, quizás en las familias más numerosas queda todavia la tradición, me alegro que en la tuya
se haga.

Te deseo lo mejor para el próximo
año, para ti y toda tu familia, un fuerte abrazo.