TARDE DE LLUVIA
La vista de la ciudad desde el ático en la séptima planta en
la que estoy, es realmente hermosa. La copa de los arboles de un parque cercano
se asoman por encima de los altos edificios, como curioseando lo que pasa por
las calles. Ellos son el toque de color entre grises asfaltos y bloques
interminables. Ellos nos regalan el oxigeno que la contaminación del intenso
tráfico, nos roba. Una tenue luz semejante a la niebla, se va apoderando de la
ciudad y de sus gentes que caminan ensimismados, aislados en sus
propios pensamientos. La tarde se desliza suavemente sigilosa, como no
queriendo que nos demos cuenta de que se está yendo de puntillas, sin
despedirse, quizás para que no la detengamos, o quizás tenga un pacto de relevo
con la noche, sí, eso debe ser.
La lluvia cae lentamente. Mi cara y mis manos en contacto
con los fríos cristales. Siento en todo mi
cuerpo su frescor, y me agrada. Suena la música de fondo, “Time To Say Goodbye”
cantada magistralmente por “Andrea Bocelli, y Sara Brightman”, esta canción siempre
me emociona. Le he dado libertad a mi
mente dejándola en blanco. A veces
quiero hacerlo y no puedo, sin embargo hoy me ha sido fácil. No pienso en nada,
siento que de mis ojos salen lágrimas furtivas que caen lentamente al unísono
de la lluvia sin que yo haga nada para detenerlas, para qué. Aunque no sé la razón
de ellas no me molestan, ¿o acaso hace falta tener motivos para llorar? realmente
no lo sé, creo que no, que esas lagrimas
que ni siquiera son llanto, cuando salen involuntariamente, casi con placer,
son una parte más de nuestro organismo y como tal aparecen cuando le apetece. Lo
mismo que aparecen los dolores sin que podamos hacer nada. Al contrario que en
el caso del dolor, las lágrimas sin motivo son relajantes, y placenteras.
Siento que un gran bienestar se apodera de mí como si algo o
alguien ajeno a mi cuerpo, me hubiera hipnotizado. Me dejo llevar, disfruto de
esos momentos de placer fortuito, inesperado, sublime, de una acogedora y
nostálgica, tarde de lluvia.
Realmente hacía mucho tiempo que no me sentía también.
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LA SOLEDAD.
Desperté una mañana y la pude sentir.
Todos mis sentidos y mi cuerpo entero la detecto.
Estaba presente en mí, y en todo lo que me rodeaba.
Yo no la llame, no la desee, y sin embargo acudió a mí.
Llego cuando menos la
esperaba. La soledad.
Nunca creí que vendría, para hacerme compañía, ¿Qué
contradicción?
1 comentario:
Muy bonito y literario.
Un beso
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