lunes, 28 de febrero de 2011

MARZO


Llegamos al mes de Marzo, mes, que caballerosamente va cediendo paso a la primavera y ésta, a su vez, se va adelantando tímida y suavemente algunos días. Marzo va intercalando días grises e invernales con días claros de temperaturas agradables. De ahí le viene su fama de; voluble, variable, o informal, cualquier calificativo le viene como anillo al dedo. Pero estos mismos calificativos nos sirven para definir a Febrero, también llamado “febrerillo el loco”. Al escribir estas líneas estamos terminando febrero, y este,  haciendo honor a su “mote” ha sido muy “loquillo” nos ha regalado lluvia, frio, alguna tormenta, llegando al final algunos días primaverales, y para  despedirse el ultimo día, otra bajada de temperaturas, por otra parte normal para un mes de invierno. ¡Para mí que Febrero, y Marzo son gemelos!

Una curiosidad; El 21 de marzo tiene lugar el “equinoccio de primavera” en esta fecha, tienen igual duración, el día y la noche en todo el hemisferio Norte.

En el calendario romano, los “Idus de Marzo” eran los días de buenos augurios  que tenían lugar los 15 de marzo, mayo, julio, y octubre, y los trece del resto de los meses. A Julio César lo asesinaron en los idus de marzo del año 44 a. c. César había sido advertido de que corría peligro, pero él, desestimo la advertencia.

 Al parecer fue un vidente quien le advirtió. (Como podemos ver, lo de los “videntes” no es de ahora). Llegada la fecha, cuando Cesar, iba de camino del senado, llamo al vidente y riendo chulesco, le dijo “Los Idus de Marzo ya han llegado” a lo que el vidente respondió “Si pero aún no han acabado”. Y ya sabemos todos como acabo.

 Hay una famosa frase, que escribió William Shakespeare, en su genial obra, “Julio Cesar” y que toda vía se utiliza coloquialmente “Cuídate de los Idus de Marzo” como advertencia de algún riesgo. En el cincuenta y tres se rueda la película, dirigida magistralmente por Joseph L. Mankiewicz basada en la obra de William, y maravillosamente interpretada por Marlon Brando, en el papel de Marco Antonio. Yo destacaría el discurso de Marco Antonio después del asesinato de Cesar, en las escalinatas del Senado dirigiéndose al pueblo, para calmar los ánimos, y a la vez soliviantar a la plebe, en un ejercicio de, extraordinario conocimiento del género humano, por parte del insigne, William. Es una película que hay que tener para ver de vez en cuando.

Recientemente, el famoso escritor y arqueólogo italiano, Valerio Massimo Manfredi ha publicado una novela titulada “Los Idus de Marzo” que ya tengo en lista de espera para comprarla o buscarla en la biblioteca, pues solo he leído de este autor una de sus obras titulada “El imperio de los Dragones” novela de aventuras,  contrastes de culturas, además de sentimientos, que me encantó.

Volviendo al voluble marzo. Los agricultores preparan los campos para la siembra del mes de marzo, algunos todavía utilizan el calendario de siembra según las fases lunares. “Luna llena”; se recomienda, la recolección, y preparación de la tierra. “Luna menguante” se recomienda, para injertos y podas, porque en esta fase las plantas son más resistentes. “Luna creciente” se recomienda para plantar y podar. Algunas de las hortalizas que se pueden sembrar en este mes de marzo; árboles frutales, albahaca, patatas, col, repollo, calabaza, habas, puerros, judías verdes, garbanzos, berenjenas, espárragos, zanahorias, etc.…

Algunos refranes.

“Marzo marceador, llueve por la tarde y por la mañana hizo sol”
“En marzo la veleta ni dos horas se está quieta”
“De marzo a la mitad, la golondrina llega y el tordo se va”
“Cuando marzo mayea; luego mayo marcea”
“Sale marzo y entra abril; nubecitas a llorar y campitos a reír”
“Si marzo no hace lagunas, la cosecha está segura”
“Las secas de marzo, son aguas en mayo”
“Si en marzo oyes tronar, limpia tu era y barre el pajar”
“Mayo ventoso y abril lluvioso, hacen a mayo florido y hermoso”
“Marzo varia siete veces al día”
“Marzo marceador, un día malo y otro peor”
“De marzo no te fíes que es traidor, tan pronto hace frio como calor”

Un cinco de marzo nació mi padre, un once de marzo nací yo, un cinco de marzo nació el segundo de mis hijos. En tres generaciones, uno de la familia vimos la luz por primera vez en el mes de marzo. También un siete de marzo nació mi suegro. Mi  compañero del alma, también nació un diecisiete de marzo.

 ¿Por qué será que me gusta este mes?

domingo, 20 de febrero de 2011

LOS OFICIOS ARTESANOS

Desde el principio del mundo el hombre se las ingenio para sobrevivir, inventando herramientas rudimentarias, que les ayudaran a cazar, a curtir pieles para soportar los fríos invernales, Etc. Ciertamente pasaban años, entre un descubrimiento y otro. El fuego fue uno de los inventos más importantes, junto con la rueda, y la agricultura. Usaron herramientas hechas con piedras y madera, hasta la edad del bronce. Y así, siglo a siglo, la inteligencia unida a la necesidad, hacía de hombres y mujeres artesanos por necesidad. 

 ¿Que son los oficios artesanos? A pesar de la ambigüedad, podríamos llamar “artesanos” a los productos que se elaboran manualmente, con materias primas, como; madera, fibras vegetales, barro, metales, cuero, etc… suelen ser productos únicos, y actualmente llevan el sello de calidad que los identifica como hecho a mano, y tienen el valor de lo exclusivo.

¿Se perderán los oficios artesanos? Muchos ya se han perdido, otros muchos están en vías de extinción. Algunos de los más antiguos que desaparecieron hace años son: Carretero: era el constructor de carros, tartanas, remos, timones, norias, galeras, etc. Calderero: era el que fabricaba y arreglaba sartenes, peroles, calderas, etc. Chalan: el chalan se dedicaba a la compra venta de mulas, y asnos jóvenes llevándolos por pueblos y ciudades. Aguador: el aguador cargaba en su carro tirado por una mula, barriles llenos de agua, para abastecer a los pueblos y ciudades donde no tenían fuentes. Sillero: trabajaba con la madera hacia los palillos y el asiento de enea. Matarife: se dedicaba a ir a las casas en época de matanza, el se encargaba de matar al cerdo, abriéndolo en canal y destripándolo, en una espuerta llevaba cuchillos  navaja de afeitar, y cuerda para amarrarlo. El guarrero: recogía a los cerdos de la vecindad para llevarlos al campo a comer, y los devolvía por la tarde. Era prácticamente igual que el Pastor, Pocero: este se dedicaba a hacer pozos en la tierra para encontrar agua, el trabajo era duro, pues tenía que bajar hasta quince o veinte metros, aunque dicen que estaba muy bien pagado. Tintorero: aquí tengo que hacer un alto pues mi abuelo fue tintorero, oficio que enseño a uno de sus hijos, mi padre, en honor a ellos relatare algunos recuerdos de mi niñez. 

A mi casa la llamaban la “casa del tinte”, porque mi padre era tintorero, oficio que aprendió de su padre, mi abuelo. No recuerdo exactamente qué edad tendría yo, pero debía ser muy pequeña, no obstante aún tengo grabadas aquellas imágenes, de mi padre entre los enormes calderos, sobre unas estrevedes no menos grandes, había varios, uno lleno de agua hirviendo, donde diluía el tinte removiendo con un enorme palo, el color era el que el cliente previamente había elegido, en uno de los muestrarios de colores, aunque el más solicitado era el negro para los lutos. Otros dos calderos más, uno con agua fría que fijaba el color,  y otro también con agua fría que servía para acabar de enjuagar la prenda y que quedara limpia. 

 Aquella humareda impregnada de un fuerte olor, que no era desagradable, que desprendían los pigmentos de los tintes, el olor de las maderas que se usaban para las candelas que había  continuamente que avivar, cuando subían las llamas tiznando toda la caldera, era una mezcla del bonito color de las llamas y los olores que para mí era hipnotizador, una atracción que me dejaba  absorta, me gustaba tanto entrar en el corralón, donde mi padre tenía toda esa pequeña industria artesana, que mí madre sabía siempre dónde encontrarme. 

El proceso era muy laborioso y pesado, pues la mayoría de las veces eran abrigos o chaquetones de un género de paño bastante pesado. Cada proceso tenía su tiempo el de teñir había que esperar con la prenda colgada, para que se fijara el tinte, después varios enjuagues, no os podéis imaginar lo que podía pesar un abrigo de aquellos empapado, mi madre tenía que ayudarlo a sacar las prendas con ayuda de unos gruesos palos y entre los dos lograban tenderlos. El secado tardaba mucho pues en esa época no había secadoras,  por ultimo había que entregar la prenda en perfecto estado de plancha, (tampoco tenía centro de planchado) pero mi padre era un perfeccionista y entregaba las prendas como recién compradas. No me extraña que mi padre tuviera los problemas de espalda que tuvo después. 

Años más tarde  tuvo que dejarlo, aún teniendo muy buena clientela, venida de todas partes de Córdoba y de un alto poder adquisitivo para aquella época, el encarecimiento de los tintes unido al enorme trabajo que requería el oficio totalmente artesanal.

Mi padre era un artesano nato, o como decimos ahora, un maestro del  bricolaje. Podía fabricar y arreglar con sus manos, cualquier cosa, lo mismo arreglaba los tejados, que reparaba los desconchones de las paredes, o podaba las parras, se fabricaba las cañas de pescar le quedaban tan bonitas que la gente caprichosa se las compraban, sabía hacer los catrecillos para sentarse cuando iba de pesca, con un pequeños trozos de madera hacia el puño de las navajas, o nos hacia algún juguete, con esparto le hacia las fundas a las damajuanas o garrafas, o arreglaba los zapatos como el mejor de los zapateros, etc…  

Otros oficios como ya dije al principio algunos seguramente se perderán por no ser rentables o por que no habrá quien los sepa hacer, solo una muestra: Huevero, Zapatero, Bordadora, Alpargatero, Marroquinero, Alfombrero, Encajera, Sillero, Abaniquero, Afilador, relojero, Espartero, Hojalatero, Guarnicionero, Filigranero, aquí vuelvo a hacer un alto para recordar a Antoñita la mujer de mi primo Manolo, que era una excelente filigranera. 

Antoñita, en el verano se sentaba en el patio a trabajar en el precioso arte de la filigrana. La recuerdo sentada en su silla delante de una pequeña mesa rectangular, de tablero grueso, con la altura adecuada al trabajo que en ella realizaba. Creo que es uno de los trabajos más bonitos y delicados de la orfebrería o platería cordobesa. Yo me quedaba embelesada y no me cansaba de mirar una y otra vez. Seguía con la vista el camino que aquellos finísimos hilos de plata de diversos grosores, que se iban deslizando en las expertas manos de mi prima, rellenando espacios y dejando otros vacios formando dibujos semejantes al encaje, todo a una velocidad de vértigo. Con la mano derecha sujetaba una pinza terminada en una punta muy fina, que era la única herramienta que usaba, mientras que con la mano izquierda sujetaba la pieza que iba rellenando magistralmente de bellos dibujos (aquello era magia para mí). Y no digamos cuando veía las piezas terminadas; cofres, abanicos, pendientes, pulseras, rosarios, etc. Todavía conservo el rosario que ella me regaló para mi comunión. Después he sabido que el arte de la filigrana la difundieron los árabes, siendo Córdoba una de las ciudades que más tradición tiene. 

Entre la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX llega la Revolución Industrial, donde el trabajo manual, es reemplazado por las “mágicas” maquinarias que todo lo hacen, sustituyendo a casi todos los  artesanos. Indudablemente ningún ser humano puede competir con una maquina.

La poca artesanía que hoy hay es un artículo de lujo que pocos pueden pagar, pues son muchas las horas que hay que dedicarle a cualquier trabajo manual, de ahí que no sea rentable,  por desgracia algunos más se perderán, ¡o quizás no! ¡ ojala!

miércoles, 16 de febrero de 2011

ATRACCIÓN FATAL

¿Que tiene la política? ¿Por qué atrapa y seduce? Seguramente habrá muchas respuestas, cada cual tendrá su versión particular del tema, a mí personalmente me parece indecente, que muchos quieran perpetuarse en los cargos, sobre todo cuando es el pueblo masivamente el que le pide que dimita, como ha sido estos días el caso de Egipto, pero no es ese caso solo, la lista sería interminable, hay y ha habido muchos más, y lo que es peor seguirá habiéndolos, de ahí viene mi pregunta. ¿Qué tiene la política?

¿Por qué  algunos se resisten a dejar sus cargos contra viento y marea? ¿Qué hace que una persona pierda de esa manera su dignidad? Para mí, no tienen orgullo, ni amor propio.  A mí jamás se me ocurriría estar en un sitio en contra de la voluntad de la gran mayoría, ¡será que yo no soy normal! (estoy empezando a preocuparme). Antes he dicho, algunos, y es porque no me gusta generalizar, pero realmente son muy pocos los que han sabido retirarse a tiempo.

Será que los asientos de los escaños están revestidos de “Liria o Liga” -especie de pegamento para atrapar pájaros, que se hace con sabia de ajonje, se fríe con aceite y pez-rubia, sabiendo las proporciones-, y hace que queden pegados. Pues parece que algo parecido les pasa a  los políticos, el cargo los atrapa y los subyuga, como la mejor y más fuerte de las drogas, debe ser eso, porque si no dirían tantas tonterías, se pasan los plenos insultándose unos a otros, en vez de dar soluciones. Dan muchas  ruedas de prensa, para no decir nada, y para colmo los periodistas no pueden preguntar. “Esto no es normal” no sé si me equivoco pero veo mucha mediocridad. Día tras día están dando un mal ejemplo, las personas en paro quieren soluciones, no riñas vulgares, el hambre no se quita con palabrería barata. Un poquito de seriedad, por favor” Luego se quejaran de la abstención.

Otro motivo  puede ser, que les guste salir en los medios, y escuchar las continuas palabras de “peloteo” de gente que los alaban delante, y los repudian por detrás.

Si el político se cree solo las alabanzas, está “muerto” como político, las personas auténticas son las que le dicen la verdad aun a costa de perder su estima o su empleo. El político inteligente es el que se rodea de gente de gran valía sin temor a que le hagan sombra, y debe de escuchar más al que no siempre le da la razón, pues seguramente es el que más razón tiene.

De todas formas los políticos son necesarios, aunque a mí me parezca un oficio que tiene mucho de masoquismo, porque el buen político de verdad, no tiene tiempo para disfrutar de la vida en familia ya que los problemas se multiplican, y hay que solventarlos con urgencia, ya sea en el gobierno central, en comunidades, o en ayuntamientos, y cuando hay muchos problemas no se pueden evadir, si tienen “lo que hay que tener” claro está.

No puedo pasar por alto la corrupción, si ya en cualquier ámbito de la sociedad es malo, en política es inadmisible, es sabido que ningún partido está libre de indeseables, pero ante la mas mínima sospecha de corrupción “tolerancia cero”,  lo que es igual a “expulsión”, si así lo hicieran, pronto se acabaría con los vividores de la política, que tanto daño le están haciendo.

A las personas que cansadas de que los partidos actuales no cumplen con sus expectativas, y deciden formar nuevos partidos, con toda la ilusión valentía y propósito, de cambiar todo lo que funciona mal en el país, con las mejores de las intenciones, les quiero decir una cosa, que tengan cuidado con las malas hierbas que se cuelan entre el buen trigo (creo que a buen entendedor con pocas palabras basta), y por supuesto les deseo mucha suerte y que no cambien como tantos otros, que se mantenga limpios  “que no es poco”.

Yo, cuando deje la organización a la que pertenecí dije “nunca mais” como dicen los gallegos, mi “voto” estará dispuesto para quien se lo gane por su trayectoria y coherencia.

Esto es solo la humilde opinión de una inexperta en muchas cosas, mi única experiencia son los años vividos, esta opinión no tiene porque ser compartida. Siempre digo que nadie tiene la verdad absoluta y, por supuesto, yo tampoco.

jueves, 3 de febrero de 2011

DON CARNAL


Comenzamos Febrero, mes de celebración del carnaval, festividad no religiosa que precede a la cuaresma.

Ya antes de Cristo los campesinos se disfrazaban y bailaban alrededor de las hogueras para celebrar la fertilidad de la madre tierra, y para alejarla de los malos espíritus. También los romanos dedicaban unos días de febrero a festejar y honrar al dios fauno, en las “saturnales” romanas, es pues una festividad de raíces paganas.

Es sabido que los cristianos tomaron muchas costumbres de los romanos adatándolas a sus necesidades evangélicas, y fue la religión quien las difundió por toda Europa y colonias americanas, adaptándolas cada pueblo a sus costumbres locales. El carnaval son las fiestas previas a la cuaresma que se inicia el miércoles de ceniza, según el calendario litúrgico, cuarenta días antes de semana santa, empezando ésta por el domingo de ramos, aunque las fechas son movibles, es febrero el mes carnavalero por excelencia.

Fusión de culturas, costumbres, creencias, y tradiciones, con más de dos mil años de antigüedad, donde las ciudades sufren una metamorfosis.

A lo largo de la historia fueron prohibidos por varios papas, sin mucho éxito, ya que el pueblo no permite fácilmente que se les quiten de raíz sus tradiciones ancestrales, la prueba es que han llegado hasta nuestros días. En España estuvieron prohibidas por orden de Franco durante muchos años, aun así el pueblo se las arreglaba para burlar a la autoridad.

Los carnavales más famosos mundialmente son; los de “Venecia” donde el lujo de sus máscaras y majestuosos atuendos, del siglo XVII, unidos a la belleza del entorno, no tiene parangón. El de “Río de Janeiro” donde cuerpos esculturales se mueven al son de la música de samba, ritmo, colorido, y fuego en el cuerpo. El de “Nueva Orleans “en el Estado de Luisiana. El de “Barranquilla” en Colombia. En España los de “Cádiz” son la voz del pueblo, sus coros, comparsas, y chirigotas encuentran en la situación política del momento, su caldo de cultivo, haciendo mofa de los políticos principalmente, todo aderezado de la gracia natural y espontanea que los gaditanos derrochan. Otros como el de “Sitges” o el de “Tenerife” etc…

La importancia del carnaval como fenómeno social ha sido reflejado en obras como “El libro del buen amor” de Juan Ruiz, reflejado por pintores como, Brueghel, o Goya, o por compositores, como Berlioz, Schumann, o el genial Verdi.

Como no podía ser de otra manera todos tenemos recuerdos de esas fiestas, paso a relatar algunos de mis recuerdos de la niñez y adolescencia, en esa época de carnaval.

Cuando llegaban esas fiestas tan esperadas por alegres, y porque no había muchas ocasiones en las que el pueblo humilde pudiera expresarse libremente, era una forma de liberar las frustraciones.

A niños y niñas, nos disfrazaban con ropas viejas, a las niñas de niños, con las de los hermanos, y a los niños de niñas que resultaban mucho más cómicos. Como igual de cómico es un hombre vestido de mujer. Los socorridos disfraces de payaso y de demonio, con cuatro trapos viejos y la cara pintarrajeada, con un poco de imaginación dábamos el “pego”, y sobre todo nos lo pasábamos muy bien. Pero las que realmente se lo pasaban bien eran las mujeres. Se disfrazaban de viejas, con ropas negras y bastón, con el pelo manchado de polvos de talco, y con el lápiz de ojos imitaban las arrugas y ojeras, caminando encorvadas y hablando con voz temblorosa. Era increíble lo habilidosas que algunas podían llegar a ser, no sólo en el arte del camuflaje sino como auténticas actrices, alguna se atrevía a imitar al universal “Charlot”, con bastante arte por cierto. Pero lo más socorrido era usar las ropas más viejas de sus maridos, si estaban gordos; pues con cojines en la barriga y en el culo, asunto resuelto, y allá que iban corriendo de casa en casa alborotando al vecindario, que tranquilamente estaba ocupado en sus quehaceres cotidianos. Las que llevaban careta, al cruzarse por la calle con otras vecinas, desfigurando la voz les decían la famosa frase “Adiós, que no me conoces”, y las otras intentaban sonsacarlas con preguntas para ver si lograban identificarlas, al no conseguirlo decían que “joía”, no hay manera, y seguían su camino, dándole vueltas a la cabeza intentando descubrir a la susodicha. Mientras que la “máscara” seguía su camino contenta de haber salido airosa, sin que hubieran descubierto su identidad. Alguna que otra vez se llevaban un buen susto, pues algún gracioso desde la ventana alzaba la voz gritando a pleno pulmón:

―¡¡Que vienen los guardias, que vienen los guardias!!  

Y las pobres, entre el miedo y la risa por lo ridículo de la situación, corrían como alma que lleva el diablo escondiéndose en la primera casa que encontraban. Hasta que se daban cuenta que todo había sido una broma, entonces estallaban en risas junto a los vecinos que las apoyaban, entonces se desmadraban, cantaban, contaban chistes era una manera de evadirse cada una de sus respectivos problemas. Alguna aprovechaba la ocasión, única en todo el año, para ridiculizar al marido, vengándose así del maltrato que recibían de sus conyugues.

Hoy día nos parecería ridícula esa pírrica venganza, pero era lo único que podían hacer, pues ni tan si quiera la familia las apoyaba, y mucho menos la policía, totalmente indefensas no les quedaba otra que seguir aguantando estoicamente por los hijos. Por eso el Carnaval era la única válvula de escape que tenían, aunque no pocas veces las risas acababan en llanto, pues afloraba en ellas el sentimiento de impotencia que llevaban arrastrando año tras año.

Más adelante los jóvenes organizaban en las casas bailes de disfraces, pero estos ya vestían bonitos trajes que con la ayuda de sus madres o tías les confeccionaban. Mis amigas y yo los veíamos pasar todas llenas de envidia. Los chicos también iban guapísimos. (No pensaran que en la casa donde se celebraba el baile, no estaba toda la familia, incluidos los abuelos tíos y sobrinos, y algún agregado más, ya que había que cuidar “la moral”, pero estoy segura que se descuidarían, momento que aprovecharían las parejas para “achucharse”). Cuando terminaba el baile, ya entrada la noche, los mayores acompañaban a las jóvenes hasta sus respectivas casas, tan puras e intactas como habían salido. Pero lo que afortunadamente no podían controlar eran sus mentes y los sueños eróticos que chicos y chicas tendrían esa noche.

Años más tarde en Córdoba, el barrio de San Agustín fue el centro de la fiesta allí acudían todos los que gustaban de disfrazarse pero principalmente los “mariquitas” que así llamaban a los pocos homosexuales que se atrevían a dar la cara, pues de todos es bien conocido la hipocresía que había en esos tiempos de represión, y como eran señalados, perseguidos y maltratados sin compasión. Estos, vestidos con atrevidas ropas de fiesta disfrutaban de un día de supuesta libertad, las calles se llenaban de gente riendo y comentando, yo creo que los que más se divertían eran los disfrazados, seguramente era una forma de desquitarse de tanta represión, y persecución, que había tenido que soportar, durante un régimen dictatorial y falto de libertad colectiva e individual.

Ya con mis hijos pequeños, en el colegio y en la asociación se hacían desfiles y concursos por el barrio. Yo siempre participaba, con mis hijos, con cuatro trapos y un poco de idea conseguía unos aceptables disfraces, con los que salíamos a mezclarnos con vecinos y amigos al compas de la música.

Eran tiempos de reivindicaciones, en los que las Asociaciones de Vecinos tuvieron un papel importantísimo. Éramos jóvenes con muchas ganas de cambiar la sociedad, había mucha unión y camaradería entre los vecinos. ¡Que tiempos!