Yo siempre digo que un concurso por sí solo no soluciona el porvenir de nada ni de nadie, sino no hay un trabajo detrás que lo respalde continuamente, esa es la clave de todo “el trabajo” y el “esfuerzo” en algunos casos personal y en otros comunitariamente como en este caso ha sido.
Dicho esto, como cordobesa me ha dolido, por aquello del orgullo patrio, y porque me temo, que todo lo que se ha gastado alegremente, unido al esfuerzo de mucha gente, aunque, todo hay que decirlo, un esfuerzo muy bien remunerado, para algunos claro, haya sido en vano y muchos proyectos se queden en el baúl de los recuerdos que decía Karina. Nunca sabremos cuanto nos ha costado el sueño, legítimo por qué no, pero con lo que está cayendo, y con los ayuntamientos entrampados hasta las cejas, que no pueden pagar a sus proveedores, casi siempre pequeñas empresas, que en el mejor de los casos están sobreviviendo y otras muchas ya han tenido que cerrar.
Es lógico pues, gastar por encima de nuestras posibilidades, no sé, pero a mí mi madre me enseño a no gastar más de lo que pueda permitirme.
Que a Córdoba le sobran meritos, pues claro, sobre todo en lo referente a su historia, todo el que tenga un poco de cultura lo sabe, y no hace falta que ningún jurado nos venga a valorar como si de una venta se tratara, comparándonos con otras ciudades que también tienen sus meritos históricos. No es menos cierto que, en infraestructuras modernas tenemos muchas deficiencias, a pesar de la buena labor que se ha hecho en los últimos años, también es cierto que la ciudad está cada vez más bonita, pero falta bastante para ser una ciudad moderna, para que nos vamos a engañar.
También es cierto que no debemos conformarnos con las migajas en forma de cuenta gotas que la Junta de Andalucía nos regala en forma de limosna, ¿Por qué, a Córdoba no se la ha tratado nunca con el mismo rasero que a otras ciudades andaluzas a la hora de invertir dinero? véase si no el gafado Palacio del Sur, que se ha convertido en el cuento de la lechera.
Por otra parte y afortunadamente hoy día se trabaja integrando los numerosos restos arqueológicos en las modernas construcciones. Ese creo que debe ser el camino correcto, “respeto” por los restos e “integración” y progreso.
Mucho más importante que cualquier concurso es el día a día, y la unión de toda la clase política cuando se trate de nuestra ciudad, deben de ir todos a una (como en Fuente Ovejuna) porque no es de recibo, que no se pongan de acuerdo en asuntos puntuales que atañen a la modernidad de nuestra querida Córdoba.
Volviendo al concurso, creo que se están sacando las cosas de quicio, como en todos los concursos hay un solo ganador y muchos derrotados, si a eso le unimos que se lo ha llevado una ciudad “vasca” que por cierto es preciosa -lo cortés no quita lo valiente-, luego la polémica está servida. No me parece bien el ataque sistemático a todos los vascos, yo puedo decir que he estado varias veces en San Sebastián, paseado sola tranquilamente por la ciudad, y no me he sentido rechazada de ninguna manera, muy al contrario toda la gente muy amable y educada. Ha sido el único sitio, fuera de Andalucía, que nos reconocieron por el acento que éramos cordobeses, siempre fuera de Andalucía, la pregunta ha sido (sois sevillanos), y les tenemos que decir que en Andalucía hay ocho provincias.
En fin que todos los concursos son casi siempre injustos, sobre todo para los perdedores, pero el que participa sabe a lo que se expone,
Llevamos toda la vida presumiendo de que Córdoba ha sido y es, ejemplo de tolerancia, no creo que las descalificaciones a la ciudad ganadora sea ningún buen ejemplo de tolerancia, y yo por supuesto no voy a participar en ninguna descalificación, por mucho que sienta la derrota.
Por favor, demostremos nuestra cultura sabiendo perder, y no insultando, esa es la verdadera cultura. Es importante el saber estar en todo momento con elegancia.
Si de verdad queremos a nuestra ciudad, trabajemos juntos por ella, por Córdoba. Ningún concurso nos va a dar cultura si los ciudadanos junto a los políticos de turno no nos movemos en esa dirección, no olvidemos que la unión hace la fuerza.