Levantarme, mirar por la ventana,
ver la plaza sin vida, vacía sin rastro de gente, solo los coches aparcados, sobre
todo me sobrecoge el silencio, a mí que soy amante de él. Mi plaza suele ser
alegre y bullangera, nunca creí que podría llegar a decir esto, echo de menos
el escándalo, el rumor diario de la gente que pasa charlando las personas que
se sientan en los distintos bares de la plaza, cuyas conversaciones llegan
hasta el tercero perfectamente, (porque la mayoría de los andaluces, parece que
tenemos la necesidad de hablar a voces) no sé por qué.
Por fortuna la plaza tiene un
jardín con árboles altos de los que desconozco el nombre, si bastantes naranjos,
y en las aceras filas de Jacarandas algunas llegan casi a la altura de los
bloques, cuando florecen son un espectáculo de color lila, también el jardín
cuenta con algunas palmeras enanas, no sé de qué tipo serán porque la lista de
tipos de palmeras es muy larga. Los arboles ya tienen los brotes verdes algo crecidos,
los pájaros están a sus anchas, aunque supongo que también echaran de menos el
ruido y las migajas que caen al suelo de las mesas de los bares, ellos los
pájaros, son el único movimiento que suele a ver, a primera hora.
Después alguna persona solitaria
con su perro en la plaza, algún vecino con la compra, andando de prisa, con
guantes y algunos mascarilla incluida. Muy deprimente todo. Gracias que hoy día
tenemos muchos medios de entretenimiento en las casas. Y gracias a la gente que
nos saca la sonrisa y a veces carcajadas con su ingenio.
Es terrible lo que está pasando,
terrible. Quien nos lo iba a decir hace tan solo un mes. Pero no podemos
hundirnos, tenemos que resistir, mientras podamos. Yo ni siquiera puedo bajar a
comprar porque soy de alto riesgo, por la edad 72, y por mi tratamiento de
quimio, con lo cual echo de menos mis paseos diarios andando a paso ligero, y
otros días con Paco por los senderos de la sierra, especialmente en esta época
que estará preciosa la sierra, con la gama de colores que la naturaleza nos
ofrece en primavera, los distintos tonos de verdes, los olores a romero, a
jara, los colores de las flores, amarillos, morados, blancos, de las retamas, los
cantuesos, los innumerables tipos de jaras, etc.…
Por la noche sueño con paseos
serranos. Sueño, con abrazar a mis hijos y a mis nietos, con abrazarlos y
conversar con ellos, eso siempre me hace feliz, ellos siempre me sacan la
sonrisa. Sueño con poder ir a ver el mar, sentarme a mirar sus suaves
movimientos, eso me relaja un montón, siempre digo que yo soy de campo y de
mar. Sueño con juntarnos de tertulia, con los buenos amigos.
Sueño y sufro por las familias
afectadas, por todas las víctimas, por los amigos y familiares que no han
podido despedirse ni acompañar a sus seres queridos. Sufro por todos los que
están expuestos trabajando sin descanso en todas las áreas de servicios, para
ayudar a los demás. ¡¡Bravo por ellos!! pero no basta con salir a aplaudirles
que esta genial, hay que dotarlos de medios. Soy consciente del gran esfuerzo
del gobierno y de los científicos que los asesoran, ante esta tragedia que ha
llegado casi sin avisar, nadie estaba preparado para esto, ha sido y está
siendo brutal. No comprendo a la gente que critica por criticar, que piensan
que saben más que los expertos, a ellos me gustaría verlos en esa tesitura, ya
os digo yo que a mí no me gustaría por nada del mundo estar en su pellejo. Lo
único que toca ahora, es hacer caso omiso de las recomendaciones de las
personas competentes en estas materias como son los médicos, científicos, y el
gobierno.
Sueño con que esta terrorífica
pesadilla acabe pronto.
Me olvidaba del asesino
silencioso, causante de esta terrible pandemia o masacre. Le llaman los
científicos CORANOVIRUS -19 o COVID- 19
Espero que toda esta tristísima
experiencia les sirva a todos los países a dilucidar y considerar, que el gasto
en armamento se ha demostrado es totalmente inútil, No nos van a matar las
bombas, ni los tanques, lo harán estos bichos invisibles y silenciosos,
difíciles de controlar, que se harán los dueños de la tierra. Solo la ciencia y
sus preparados científicos serán la única arma que podrá ayudarnos.
No nos equivoquemos, no nos van a
matar las bombas, ni los tanques, lo harán estos bichos invisibles y
silenciosos, difíciles de controlar, que se harán los dueños de la tierra.