viernes, 31 de diciembre de 2021

 

2.022 COMENZAMOS AÑO.

 

Mañana comenzamos un nuevo año y parece que fue ayer cuando llegamos al 2.000 ¡dios! y en un plis plas, han pasado 21 sin apenas darnos cuenta, y ya comenzamos el 2022 que se nos pasara igual de rápido, porque si algo tiene cumplir muchos años es que el tiempo no corre, vuela.

 

Vamos para dos años del comienzo de la terrible pandemia que nos está jodiendo la vida, y que nadie esperaba, primero nos diezmo la población, especialmente de personas mayores.  Los primeros casos fueron detectados en la ciudad China de Wuhan en un primer lugar se conoció como neumonía de Wuhan, al no tener datos y ser algo desconocido. Si escuchábamos algo en los informativos ni siquiera le hacíamos caso, China quedaba muy lejos, porque nos íbamos a preocupar. A último de enero la Organización Mundial de la Salud dio la voz de alarma y la declaro emergencia de salud pública de importancia internacional, y poco a poco se fue extendiendo como la pólvora.

 

Aquí nos confinaron a mediados de marzo, curiosamente a los dos días de comenzar yo mi tratamiento del cáncer, por eso nunca lo olvidare. El confinamiento fue más que traumático raro, ya que desde las ventanas veíamos las calles vacías de gente y de coches, era como estar viendo una de esas películas de ciencia ficción raras, apenas salíamos a comprar lo justo, o encargábamos la compra, nos quitábamos los zapatos y desinfestábamos las suelas con el espray de agua con lejía, y pasábamos a lavar toda la compra con lejía rebajada en agua. Ese era el ritual casi a diario, aunque procurábamos salir lo menos posible, bueno en realidad yo en esas fechas nunca baje a comprar, mis únicas salidas eran al hospital, Paco no me dejaba por estar con el tratamiento, y no muy bien sicológicamente. No sé que hubiera hecho sin él. Gracias cariño.

 

Después de muchas subidas y bajadas del dichoso virus, que sea permitido el lujo de burlarse de todos incluidos los científicos mutando cada vez que se le antojaba, llegamos a los dos años, y seguimos en guerra contra el maligno, y gracias a los profesionales de la ciencia que en tiempo record han tenido varias vacunas que están salvando muchas vidas, y a los grandísimos profesionales de la sanidad pública que por fortuna tenemos en este país, a pesar de que el gobierno anterior la desmantelo dejándola prácticamente en mínimos, favoreciendo a la privada, como es la costumbre de la derecha.

 

Dicho esto, quiero comenzar el año con mis mejores deseos para todo el mundo, sería bueno que estos dos años de desastre pandémicos, nos hubiera hecho mejores personas, pero no nos equivoquemos, no ha sido ni será así, somos lo mismo de egoístas, de individualistas, y gozamos de una gran falta de “EMPATIA” para con los más necesitados y débiles.

 

Los más poderosos, quieren serlo aun más, y no son nada solidarios ni tan siquiera con el único fin de acallar sus conciencias. Los que aun con trabajos normales tienen lo suficiente para vivir sin aprietos, solo piensan en ellos y que nada ni nadie los perturbe. Los que aun teniendo varios trabajos les cuesta llegar a fin de mes, piensan sin ningún motivo que los emigrantes vienen a quitarles el trabajo, cuando en realidad en todos los países hacen falta trabajador@s, incluido acrecentar la población, porque de no ser así no habrá pensión para la generaciones venideras, ya es una realidad que son imprescindibles en muchos trabajos.

 

En definitiva que los seres “humanos” nunca aprendemos de las desgracias, al principio salíamos todas las tardes a las 8 aplaudir a los médicos y sanitarios, (muchos perdieron la vida) los que no, han vivido cosas terribles viendo sufrir y morir a mucha gente lejos de sus familias sin poder hacer nada, eso no está pagado con nada. Ya nos hemos olvidado de todo el sacrificio que han hecho, no, no aprendemos.

 

Mi máximo deseo es tener salud y ver crecer a mis nietos, si no fuera así, tampoco pasa nada, he tenido la suerte de tener cuatro soles de nietos, yo no llegue a conocer a ninguno de mis cuatro abuelos en eso tuve mala suerte, mis amigas siempre hablaban de los suyos y yo sentía envidia. No me quejo, ya he vivido diez años más que mi madre, y otros no han tenido la suerte de llegar a los 74 que cumpliré en marzo si la vida me lo permite, ya que no creo ni en milagros ni en dios, ni en el más allá de otra supuesta vida, creo en la ciencia que salva vidas, y en la sanidad en general, en las buenas personas, siempre he sido positiva y a la vez realista, creo que no está reñida una cosa con otra.

Ojala que el año que comenzamos sea mejor que este y el anterior, que to@s tengan trabajos dignos, salud, y mucho amor, amor de toda clase pareja hijos y nietos, amigos, compañeros y amor a los que sufren.

Que los que mueven el mundo desde sus despachos piensen en el daño que pueden hacer con según que actuaciones. Y estaría más que bien, que los que mueven los hilos en el Vaticano, cambiaran su ambición desmedida, y comenzaran a dar en lugar de acumular, (aunque sinceramente eso creo que yo no lo veré, es casi ciencia ficción).

Intentemos ser mejores personas, aunque solo sea por nosotros mismos. Un fuerte abrazo extensivo a tod@s y que la suerte nos acompañe.

 

FELIZ AÑO 2.022

 

jueves, 19 de agosto de 2021

AYER PASE POR MÍ CASA

 

 

Después de muchos años de habitar en otras tierras, de pasear por otros parques, de admirar otros paisajes, de escuchar otros acentos, y de confraternizar con otras gentes, después, mucho después, regresé a mi tierra, a la ciudad que me vio nacer. Una ciudad hermosa y rica, no en riqueza material, sino en riqueza cultural, es decir en historia. La ciudad donde nací, fue Córdoba, llamada “romana y mora” pero fueron muchas las civilizaciones que pasaron por estas tierras. Y como suele ocurrir siempre, todas dejaron reductos de un pasado glorioso. A todas esas huellas  las llamamos “historia”.

Por suerte hay cosas que el dinero no puede comprar, y una de ellas es la historia. La historia se tiene o no se tiene, ni se compra, ni se vende. Con la historia pasa como con los recuerdos que están dentro de nosotros para siempre, nadie nos los puede arrebatar, ni sacar de nuestra mente, son exclusivamente nuestros e intransferibles. Es cierto que de un mismo hecho cada persona tiene un recuerdo distinto, algunas veces son coincidentes pero otras muchas no, es muy común, que cada persona recuerde el mismo hecho desde su percepción. También es muy cierto que cuando somos niños todo lo magnificamos, después con el paso de los años, lo vemos de muy distinta manera, a mí personalmente me ha ocurrido.

Tras descansar del largo viaje, y después del desayuno, un café bien cargado, y una rica tostada de pan con aceite, el cual saboree como el mejor manjar del mundo, respiré hondo y me sentí feliz por haber retornado a mi tierra, a mis raíces.

Ya durante el desayuno, se fueron avivando mis recuerdos como brasas azuzadas por soplillo, estaba inquieta, no podía perder ni un minuto más, tenía que terminar y salir a la calle sin más preámbulos. Tampoco tenía demasiado tiempo, había querido venir sola, pero mi familia y mis obligaciones laborales en otro país me reclamaban, aunque estaba a punto de jubilarme, aun tenia obligaciones ineludibles que cumplir. Tenía pues que darme prisa si quería que mi cuerpo y mi mente se encontraran con la Córdoba que yo recordaba, necesitaba a toda costa rememorar el pasado, antes de olvidarlo definitivamente. Era algo que por alguna razón sentía que me urgía hacerlo y pronto. Quizás era un mal presagio, o quizás solo era añoranza, lo cierto es que había seguido mis impulsos, y aquí estaba yo en mi Córdoba sola con mis recuerdos, en la ciudad que me vio nacer, y la ciudad de mis ancestros.

Salí del moderno hotel donde me alojaba, donde estuvo el antiguo “Hotel Palace”, mucho más bonito por dentro que por fuera, todo hay que decirlo. Del hotel, a la que fue mi casa, solo había un agradable paseo y yo estoy acostumbrada a andar, y hacerlo por mi ciudad después de tantos años era un verdadero placer. Atravesé todo el centro y me dirigí hacia la Plaza de Capuchinos, estaba igual de austera y bonita que siempre, la crucé y la saboree andando despacio rememorando antiguos paseos. Baje por la Cuesta del Bailío a  la que fue mi calle.

 

En el lugar donde estuvo mi casa, habían hecho un hotel, “Hotel Alfaros” ponía en su rótulo, no podía ser de otra manera estando en la calle Alfaros. Interiormente me derrumbé, me encontré tan mal que tuve que entrar en el hotel y buscar el bar, me senté y le pedí a una atenta camarera que por favor me sirviera una tila. Poco a poco me tranquilice en parte por la tila, en parte porque fui recapacitando, y adaptando mi mente a la realidad. Lo que yo había pretendido no era normal, había estado engañándome a mi misma durante los últimos años, queriendo creer que todo iba a estar igual que cuando nos fuimos mi familia y yo.

Como he dicho antes, por alguna razón que se me escapa, había sentido la necesidad de reavivar  mis recuerdos antes de mi último adiós, pues tenía la certeza de que aquella sería la última vez que pisaría mi tierra, no me pregunten por qué pues no lo sé, llamémosle premonición.

La chica desde que entré se dio perfecta cuenta de mi estado de ánimo, se me acerco muy atenta y me dijo si no prefería sentarme en la terraza del patio, que era mucho más agradable y fresca, le di las gracias por ser tan atenta y seguí su consejo, deje los hermosos y elegantes salones. Me dirigí hacia donde me había indicado la joven. El patio era moderno con una bonita piscina o estanque no me fije demasiado, el patio rodeado de numerosos macetones de barro de grandes dimensiones que albergaban hermosas plantas de diferentes variedades, algunas de ellas también las teníamos en mi casa. El toque verde le daba al espacio un toque de armonía y frescor de lo más agradable. Las mesas y los sillones eran modernos y cómodos, de fondo una suave melodía, inspire hondo, y empecé a sentirme a gusto, y ya más relajada, comencé a recordar sin rencor.

Con la imaginación, traté de ubicar en qué lugar de esta nueva casa podrían haber estado las antiguas habitaciones de mi casa, y como no los patios, tan distintos a este tan perfecto y cuidado, aunque en su sencillez no eran menos agradables. En mi casa había cuatro familias que compartían la casa. Querer ubicar el sitio exacto de las antiguas dependencias era tarea  ardua de la que desistí rápidamente, pues me di cuenta de que el hotel no solo estaba ubicado en la que fuera mi casa, sino que había sido ampliado varias veces en terreno de varias de las antiguas viviendas de vecinos, e incluso de lo que fue el huerto de Santa Marta. Luego era una tarea imposible, desistí y me conforme con retroceder en el tiempo.

Los recuerdos se me amontonaban queriendo salir todos de golpe. Por unos momentos pensé que no sería capaz de ir por orden pero de pronto llegó hasta mí un delicioso olor a carne, que enseguida clasifiqué como el del “rabo de toro” que hacia mi madre, o la de “carne de ternera o gallina en pepitoria”, que así le llamaban en aquella época. El delicioso olor me transportó a la cocina de mi casa, aquella gran cocina de la que recuerdo como salían voluptuosas humaredas perfumadas de intensos olores a diversas especias, que ponían en movimiento las glándulas salivares. Otro de los gratos recuerdos eran los murmullos de las conversaciones de las mujeres contándose sus cuitas. Los bonitos delantales que usaban, confeccionados por ellas mismas, con restos de telas armonizando los colores, (por encima de todo, la coquetería femenina).

 

El pozo de agua cristalina de donde se sacaba toda el agua para lavar, guisar y regar los patios. El sonido que las mujeres hacían al restregar una y otra vez la ropa. El olor del jabón y de la lejía, la suavidad del agua, la espuma que se iba formando con la que jugábamos. Los negros trozos de carbón que ponían en los huecos de los fogones donde se hacia la candela, ayudándose de un soplillo que avivaba la misma, transformándolos de un negro intenso a un rojo vivo, para más tarde transformarse en un gris mate y mustio. Sobre ellas se iban haciendo las comidas. Todo el laborioso proceso se hacía entre risas, conversaciones acaloradas y los susurros de las  confidencias entre féminas. De fondo los gritos y voces de los niños jugando en los patios.

 

Como si se tratase de un documental antiguo visualice en mi mente el comedor, aquel sitio acogedor donde pasábamos muchas horas sobre todo en los largos inviernos.

Aquella mesa cuadrada de madera oscura, seis sillas compañeras, un aparador con espejo, y un par de mecedoras de “rejilla” ese era todo el mobiliario, por otra parte suficiente. Encima del aparador vi un frutero de cristal tallado de color verde y unas tazas de porcelana finísima, que a mí me encantaban y que mi madre guardaba como oro en paño pues eran herencia de la suya, y no quería que se rompieran ya que formaban parte de sus recuerdos. Ahora la comprendo mejor, era la huella tangible de su pasado, lo único que le quedaría cuando la memoria le fallase.  

Desde el hermoso ventanal del dormitorio de mis padres, donde me gustaba asomarme, veía el cielo, y los tejados de la parte más baja de la casa, y a los perezosos gatos que se encajaban entre las tejas para dormitar, otros observaban atentos a la caza y captura de algún pequeño ratón, o rondando a las gatas en época de celo.

Las lagartijas se paseaban a sus anchas por tejados y paredes. Los pájaros deambulaban buscando también su sustento entre las pequeñas hierbas frescas que brotaban entre los huecos de las tejas.  Cuando algún gato se acercaba sigiloso hacia ellos, estos alzaban el vuelo en estampida sin ser alcanzados.

Cuando los niños jugábamos en los patios cuyo suelo era de cantos rodados, entre las piedras podíamos seguir el itinerario de las filas de hormigas hasta llegar a su hormiguero.  En aquellos suelos había toda una fauna para distraer nuestra curiosidad, podíamos ver a las que llamábamos comúnmente “mariquitas” rojas con lunares negros. y las “marranitas” eran grises y al rozarlas se hacían una bola, y los “cortapichas” o “nazarenos” sus nombres científicos no nos interesa ya que no figuran en el libro de mis recuerdos. Nuestra curiosidad  iba en aumento a la vez que aumentaban nuestros años.

En los veranos era costumbre sacar cada vecino su cómoda silla de enea, para sentarse en los patios, a disfrutar de su frescor, pues al atardecer todos los días era obligatorio su regado. La noche en el patio principal después del largo y caluroso día era mágica para mí que siempre aprendía muchas cosas. Animado por las improvisadas tertulias con división de opiniones que eran la sal del debate, con lo que resultaban ser muy amenas. Mientras los niños y niñas de la casa jugábamos a la vez que escuchábamos atentas algunas conversaciones que nos llamaban la atención, con esa capacidad que tienen los niños para “estar en misa y repicando” como decía mi madre.

En verano, mi madre llenaba un baño con agua del pozo y lo ponía al sol en el patio durante unas horas, cuando pasaba la siesta ya era la hora del baño, y os puedo asegurar que el agua estaba a la temperatura perfecta para un baño tan relajante como cualquiera de los que ahora disfrutamos.

No menos agradable era el baño en invierno, éste se hacía en la habitación que tuviera más espacio. Mi madre ponía una olla grande en la candela, cuando a punto de hervir la vaciaba en el baño, añadiendo agua fría hasta conseguir la temperatura adecuada. Todavía puedo sentir el olor tan agradable y duradero que dejaba en mi cuerpo, el jabón “Heno de Pravia” con el que me enjabonaba mi madre. Ella tenía la costumbre de calentar la ropa interior en el brasero, sobre unas enjugaderas de mimbre, los días de mucho frío, y además de calentita estaba perfumada, pues mi madre se encargaba de echar sobre las brasas un puñado de alhucema, nombre árabe, también llamada Espliego o Lavanda. Cuando salía del agua con las yemas de los dedos arrugaditas, y ella me secaba amorosamente, como sólo una madre sabe hacerlo,  me ponía la ropa caliente e impregnada de aquel olor tan agradable que ha perdurado a través del tiempo.

 

Ya más tranquila decidí salir a la calle, no sin antes dar las gracias a la amable y guapa señorita que tan amablemente me había atendido. Camine en dirección hacia mi antiguo colegio donde aprendí y pase grandes momentos de mi vida. Baje por la calle San Pablo, a San Andrés, pasé y entre, en la conocida como “La casa Encantada” como le llamábamos por su leyenda, pero en realidad es “La casa de los Villalones” su magnífica fachada de estilo renacentista, ha sido recuperada para disfrute del pueblo. Detrás de ella un bonito jardín y la también restaurada Sala Capitular del convento de San Pablo, cruzándolo, salí a la calle Carreteras. Seguí por calle Almonas hasta San Pedro, una de las muchas iglesias fernandinas en Córdoba del siglo XIII que como tantas fue levantada sobre una mezquita, que a su vez se levantaron sobre templos visigodos. Esta Iglesia era a donde nos llevaban las monjas muy a menudo, sería sin duda por su cercanía.

Enseguida estuve en la plaza del colegio, me senté en un banco a contemplarla, en verdad que era hermosa, el colegio estaba en la antigua casa de los Aguayo, “Las Francesas” era el nombre del colegio, ahora se llama “De La Sagrada Familia”. La Plaza de Aguayos, preciosa plaza con una talla de San Rafael rodeada de una bonita reja, la plaza tiene varias casas solariegas o palacetes del siglo XVI, de estilo medieval y renacentista.

Me vi a mi misma saliendo del colegio con mis amigas hablando sin parar, como avecillas volando libres, sintiendo la vida rebullir en nuestros jóvenes cuerpos, rebosantes de alegría, aun no teníamos edad para pensar en el futuro. En estos pensamientos estaba cuando comenzaron a salir del colegio las chicas llenando la hermosa plaza de voces y risas ¡dios mío! Se me estaba pasando la mañana sin darme apenas cuanta. Por un instante me sentí niña otra vez. Era como si no hubiera pasado el tiempo. Por aquellas calles se iniciaron mis primeros coqueteos, con la inocencia que se tiene a esas edades, el despertar de algo que está cambiando dentro de nuestro cuerpo, y no sabíamos muy bien que era, pero nos atraían las miradas de los chicos, y a ellos les pasaba lo mismo. Era la vida en forma de hormonas que estaban en plena ebullición.

Cuando termine de cursar mis estudios, pronto encontré un buen trabajo el cual me ha llevado por diversas ciudades y países. Conocí al hombre del que me enamore y que hoy es mi marido tengo tres hijos, por diversas circunstancias nunca volví a mi tierra, hasta  ahora que sentí  una imperiosa necesidad de volver al pasado, y me dejé llevar por la absurda idea de que todo estuviera igual.

Solo he conseguido rememorar algunos recuerdos que servirán para mitigar mi añoranza, la misma que me ha impulsado a venir, y comprobar que la vida cambia siempre en todos los lugares.

Me paseé por todo el entorno de la Mezquita y entré en ella, allí siempre se respira una paz inigualable. Entré para perderme por su bosque de altaneras columnas. Respiré su pasado y me sentí como el árabe que visita su casa, en cierto modo también era la mía, ya que entre aquellas paredes me paseé e incluso jugué muchas veces. Recordé muchos y bonitos momentos, pero algo me decía que era la despedida definitiva. Me alegré de haber regresado, solo por volver a ver esa maravilla ya merecía la pena.

 

Dando por terminada mi visita turística, camine despacio hacia el hotel pues ya el cansancio y las emociones habían hecho mella en mí. La ciudad esta preciosa, y me siento orgullosa de haber nacido en este lugar, pero ya no es la que yo recuerdo, y mi casa, aquella humilde casa de vecinos, en la que fui tan feliz, ya solo está en mi mente y morirá conmigo,  ya nada me retiene aquí.

 

En este viaje he comprendido por primera vez la frase de “El pasado, pasado está” es cierto, nunca lo podremos recuperar, estará en nuestra mente mientras tengamos memoria, pero nunca vuelve, sólo es eso, pasado.

 

 

 

domingo, 25 de julio de 2021

 

POR TODOS LOS HOMBRES Y MUJERES QUE ARRIESGAN SU VIDA EN BUSCA DE UNA QUIMERA, Y DE LOS DRAMAS PERSONALES DE MILES DE PERSONAS EN LA INDIGENCIA.

 

La otra noche,  en unas horas de insomnio, como tantas otras, acudí a una de mis distracciones  favoritas,  la Radio, en concreto el programa llamado,  HABLAR POR HABLAR, (creo que ya no existe) ahora a la misma hora hay uno muy entretenido llamado el  “El Faro” y los participantes “fareros” que emite  la cadena SER favorita junto a Radio Nacional.

 

En las noches de obligado insomnio, digo obligado por que no es voluntario, viene sin avisar y se queda sin que nadie lo haya invitado, a esa horas casi siempre las mismas, son las que justamente coinciden con el horario de ese ya antiguo programa, que sirve de consuelo y paño de lágrimas a cientos de personas a las que la vida las ha puesto a prueba.  A veces no puedo con el dolor ajeno, y cambio de canal.

 

Quien lo haya escuchado alguna vez, sabe que es un programa donde predominan el sentimiento  y el dolor de muchas personas que solo buscan un desahogo a su soledad, o a sus numerosos problemas. El programa consiste en llamar  y contar  cada cual sus preocupaciones, esperar unas palabras de consuelo, o un buen consejo de algún oyente que haya pasado por su mismo problema. Siempre hay gente que contesta, dándole ánimo o algún consejo. Algunos desde la experiencia de haber pasado por situaciones parecidas.

 

Ciertamente es muy difícil conciliar el sueño, escuchando a tantas personas contar sus problemas, miedos y temores, ya sean temas de trabajo, enfermedades, o de amores y desamores. Es increíble la cantidad de historias conmovedoras que cuentan algunos/as. No cabe duda que la frase “La realidad supera la ficción”, es totalmente cierta.

 

No es ni la primera vez, ni será la última, que algunas historias me han hecho llorar. Por un lado sientes que no debes escuchar algo que te hace sufrir, y por otro, también creo que tener los pies en la tierra, nos hace valorar más lo que tenemos. Ante tanto drama, es difícil no pensar que a veces nos quejamos de vicio, aunque por otro lado, siempre se ha dicho “que mal de muchos consuelo de tontos”,  o “quien no se consuela es porque no quiere”, sin duda frases hechas, que de nada nos sirven, y es que a cada cual le duele lo suyo. Cosa por otra parte más que lógica.

 

Entre otros muchos, llamo una señora mayor que se expresaba bastante bien y con la que me sentí totalmente identificada, nos recordó la reciente y dramática tragedia  de Lampedusa. Un caso que nos han conmovido a toda la gente con “humanidad” por su significado. El naufragio, aunque no es ni el primero ni será el último,  desgraciadamente, es tan conmovedor, que hay que ser muy mala persona para no emocionarse  y al mismo tiempo indignarse porque las naciones no  hagan algo efectivo. El mar con todo su inmenso poder se ha apoderado de una mayoría de ellos, como un gran dragón insaciable, los ha deglutido. Los otros, los rescatados, solo son números. Una verdad horrible y cruel.

 

Otro caso que también mencionó esta amable y educada señora, y que nos ha conmovido especialmente, es el del chico polaco, al que al parecer no le atendieron en el hospital  como lo que era, un moribundo. Y que murió pocas horas después en un comedor social en espera de un plato de comida caliente que llevarse al estómago.  Y en esas falleció, sin consuelo de nadie, pues imagino que los demás estarían impacientes en la cola, por la misma urgente necesidad.

 

Yo me pregunto, ¿Qué clase de médico deja a un paciente en esas circunstancias? una persona, que se encuentra tan mal y que según los datos pesaba treinta kilos, ¡Por dios bendito! ¿Qué fue lo que no vio ese médico?  Que los medios con los recortes escasean, vale, y que seguro que tienen órdenes especificas para los inmigrantes, no lo dudo, pero el deber de un medico es ayudar sobre todo a personas cuyo estado es tan lamentable, que es inhumano dejarlo tirado en la calle, como a un perro callejero.

 

En este caso, y siempre desde mi punto de vista, hay una clara culpa no solo de las infames restricciones causadas por esta crisis, que por cierto, no la hemos creado nosotros, como querían hacernos creer, también ha habido una gran falta de humanidad, por el personal responsable del hospital. Y a eso precisamente se refería la citada señora, a la falta de esa empatía que se está apoderando de nosotros, a ese no querer saber nada de los problemas de los demás.

 

Hoy he escuchado en las noticias unas palabras del famoso por bonachón “Padre Pateras” que de esas historias sabe un montón, sin duda más que nadie. El buen hombre, dijo con toda la razón (que lo injusto son las normas y leyes que prohíben a cualquier persona que socorra o de amparo en su casa a cualquier sin papeles, bajo pena de multa). Algo fuera de toda lógica humanitaria, leyes que sin duda él no sigue, son muchas las personas que lleva acogiendo en su propia casa, desde hace bastantes años. Imagino que ahora estará desbordado, sin duda este buen señor si practica el auténtico cristianismo.

 

Pensad por un momento (yo ya lo hago siempre), que ese chico podía haber sido un hijo mío, o vuestro.  Sin duda se ha tenido que sentir muy solo, y perdido en un lugar del mundo, lejos de familia y amigos, y que por alguna razón no ha tenido suerte, no todos la tienen. Cuántos miles de jóvenes bien preparados están emigrando diariamente. Los que se van con contratos, mucho mejor, pero todos sabemos que una gran mayoría se van a la aventura. Cuántos de ellos tendrán suerte, y cuántos se verán solos y desprotegidos. Afortunadamente no es el caso más común, que nadie se alarme.

 

Estamos sufriendo una crisis mucho peor que la monetaria, para mi mucho más grave, es la de la insensibilidad  por los  más desvalidos. El pasar de largo, para que no nos salpique. ¡Mientras que no nos toque! El cerrar los ojos ante tanta injusticia.

 

Desde este mi humilde blog un gran abrazo solidario, para todos los que buscando un futuro mejor se aleja del hogar que los vio crecer.

 

 Mucha suerte para todos.

 

En fin que esto es HABLAR POR HABLAR, o reflexiones de una madre y abuela que no quiere para los demás lo que no quiere para los suyos ni para sí misma.

 

 

 

 

 

sábado, 10 de julio de 2021

CARTAS A OLIVIA. SERIE RETAZOS.

 

RETAZOS

CARTAS A OLIVIA

Julia era una mujer madura de apariencia aun joven. Vivía sola y trabajaba de secretaria en unas grandes oficinas, Julia, estaba muy preparada ya que además de su carrera, sabía varios idiomas, era muy formal y trabajadora.

 Para los compañeras/os Julia, era “una tipa rara” o eso era lo que decían de ella a sus espaldas, y en parte llevaban razón, ya que procuraba aislarse lo más posible del resto, al parecer amaba demasiado la soledad y su privacidad. Cumplía a la perfección con su trabajo, pero nunca quedaba con nadie al salir ni acudía alguna celebración, no aceptaba ningún tipo de bromas. Tampoco le conocían ningún romance, ni novios o amigos íntimos. Lo dicho la consideraba, una “tipa rara”.

Lo que nadie conocía eran los  motivos, de su actitud tan arisca y extraña, porque a nadie se los conto, ya que para ella su intimidad era sagrada.

Julia había sido madre a los 15 años gracias a un hombre sin escrúpulos, amigo de la familia, para más inri. Había tenido una niña, a la que por decisión de la familia habían dado en adopción.  La familia temiendo el escándalo, y la deshonra, dispusieron de ambas a su antojo, Julia,  apenas se dio cuenta de nada, era aun tan niña, y entre el trauma primero por el embarazo no deseado, del que se dieron cuenta demasiado tarde, para Julia todo aquello, le era ajeno, había pasado por encima de ella como una pesadilla, los meses de embarazo, fueron un calvario, veía como su joven y liso vientre se iba hinchando, sin poder hacer nada. La apartaron de sus amigas, se la llevaron a una casa de campo, se sintió sola, y asustada, ni tan siquiera comprendía nada.

Cuando todo aquello acabo y ella se recupero, sintió un irresistible  instinto maternal, a pesar de su corta edad, quiso que le devolvieran a su hija, les amenazo con irse de casa pero todo fue inútil, se juro así misma que se iría cuando cumpliera la mayoría de edad y estuviera preparada.

Julia nunca fue la misma, había perdido las ilusiones y la alegría propia de sus años. Se centro solo en estudiar, y estudiar, cuando estuvo preparada se fue sin tan siquiera despedirse, jamás les perdonaría.

Julia todas las noches escribía unas líneas en su diario, dirigidas a su hija, su hija Olivia, era el nombre con el que decidió llamarla para pensar en ella, para escribirle, y quien sabe quizás algún día encontrarla.

“Querida Olivia soy Julia tu madre biológica, quiero que sepas que nunca, nunca quise apartarte de mí, y no sabes cómo sufro por lo ocurrido, por no haber reaccionado a tiempo. Siento un dolor inmenso, y quiero que sepas lo arrepentida que estoy, que no hay un solo día en que no me acuerde de ti, de tantas cosas que me estoy perdiendo, tus risas, tus abrazos y  caricias, tus llantos, tus calenturas, tus caídas, tu mirada, tus cumpleaños, tus juegos, tu cariño. Mi niña, mi pequeña, Olivia.

“Querida Olivia, te imagino parecida a mí con tus años, tu pelo rubio ensortijado recogido con un lazo rojo, corriendo por el parque con otros niños, y yo mirándote jugar embelesada. Pensando que Jamás hubo una niña más linda que tu”. Mi pequeña, buenas noches tesoro.

Y así un día y otro, y otro.

Querida Olivia hoy es tu cumple años, ya haces 12 años, eres casi una mujercita, espero que seas muy feliz allá donde estés. No tengas prisa por conocer el amor que llegara a su debido tiempo, no quiero que te pase como a mí, serias desgraciada, aunque si yo hubiera tenido una madre de verdad y que me hubiera apoyado, ahora tu estarías conmigo, no supe reaccionar a tiempo.  Lo siento mucho, tesoro.

Julia, cada día y cada cumpleaños, le compraba algo según la edad, y lo guardaba todo en un armario con su nombre, las cartas y los regalos, se sentía feliz haciéndolo.  

Ese era el secreto que Julia guardaba, y por el que se comportaba de un modo un tanto raro a pesar de ser cortes, y por el que no había rehecho su vida.

Julia se hacía mayor pero nunca perdió la esperanza de encontrarla, aunque por más que había buscado y pagado porque la encontrara sus pesquisas nunca dieron frutos.

Olivia, era su único amor, y su secreto mejor guardado.

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Esta historia inventada podría ser la de cualquier chica de su edad, a la que sus padres no solo no apoyaron, sino que decidieron por ellas más por hipocresía y por el qué dirán que pudo más que la felicidad de sus hijas que hubiese sido plena de haber podido criar a sus pequeños, incluso esos abuelos hubieran sido más felices ayudando a sus hijas en la crianza de un bebe, que es el regalo más hermoso que la vida nos regala. Cuantos padres insensibles  sucumbieron a tal perversión de arrancar a una criatura inocente de su madre biológica.

lunes, 8 de marzo de 2021

DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER. AÑO 2.021 DEL SIGLO XXI

 


El ocho de marzo  como todas/os sabemos, el día reconocido por la Organización de las Naciones Unidas, como el día de la mujer trabajadora, día en el que se conmemora la lucha de la mujer por la igualdad en la sociedad, como personas de pleno derecho, la idea surgió a finales del siglo XIX en plena revolución industrial, en los años del despertar de el movimiento obrero.

El día Internacional de la Mujer se celebra por primera vez el 19 de marzo de 1911 en Alemania, Dinamarca, Austria, y Suiza, con mítines a los que asistieron más de un millón de personas, donde exigían para las mujeres el derecho al voto, el derecho al trabajo, el derecho a la formación profesional, el derecho a ocupar cargos públicos, y a la no discriminación laboral.

En España, a principios del siglo XX, algunos grupos minoritarios empiezan a moverse a favor del voto femenino, voces tímidas que rápidamente son acalladas por la gran mayoría, incluidas las mujeres. Es Carmen de Burgos, quien desarrolla una importante, campaña de información y sensibilización de la población, a través de sus escritos en el Heraldo de Madrid. Fue la  primera en publicar una encuesta sobre el voto femenino, y otra sobre el divorcio. Pero esto ya es historia y hay mucho escrito sobre el tema.

Es verdad que se han logrado muchas cosas gracias al gran esfuerzo de tantas mujeres, las “pioneras” las que abrieron el camino en un mundo machista, tras largos años de espera, que han costado lágrimas, y peor muertes.  Tengo que decir que ha costado que los hombres se nos unan, antes no participaban con nosotras, o para ser exactos solo unos pocos, llevamos algunos años en los que los hombres si se involucran, y nos acompañan en las calles, me pregunto ¿quizás si lo hubiesen hecho antes estaríamos más avanzadas? no lo sé.  Pero en fin más vale tarde.

Lamentablemente había una gran mayoría de mujeres, que tampoco creían que ninguna Ley que les concediera a ellas el mismo derecho que a los hombres pudiera salir adelante, estaban tan acostumbradas a ser personas de segunda clase, y a depender en todo de sus maridos que les daba igual, o simplemente no se lo cuestionaban, a pesar de que no podían sacar del banco ni su propio dinero sin la autorización de sus maridos. Algunos inclusive dilapidaban las herencias de sus mujeres. ¡¡Que manda huevos!!

 Volviendo al pasado, grandes mujeres fueron punteras en todas las artes, música, pintura, escultura, escritura, poesía, y como no en ciencia, donde muchas destacaron, pero ninguna o casi ninguna, nunca fueron reconocidas, y muchas de ellas, tuvieron que dar sus obras a conocer a nombre de sus maridos padres o hermanos, aprovechándose ellos de su talento, y prestigio, sin el menor escrúpulo ni cargo de conciencia. Eso pasaba hasta no hace mucho.

 

Estamos en el siglo XXI  y todavía hay hombres que piensan que su mujer, su compañera, o su amante, es una propiedad más de la que se puede disponer a su antojo, llegando incluso a sesgarles la vida “la mate porque era mía” esa lacra aun sigue sucediendo, y con demasiada  asiduidad. Sin duda en algo estamos fallando, creo que es en la educación y en la familia. Sabemos que aún queda mucho por hacer, y seguiremos en la brecha hasta que la igualdad en todo sea una realidad.

 Es muy fuerte que en el 2.021 del siglo XXI y después de todo lo pasado aun tengamos que seguir reivindicando derechos que nos corresponden por derecho, y que siguen sin cumplirse, es terrible, y desesperante.

Que no os engañen los que aun dicen que las feministas vamos contra de los hombres, es mentira, jamás se ha dicho semejante falacia, igualdad no es querer ser más que ellos, es querer ser iguales en derechos, a igual valía igual reconocimiento e igual sueldo. Para los que no lo tengan aun claro.

 

FEMINISMO es; “Defensa de la Igualdad de Derechos entre todos los seres humanos sin distinción”.

 

Están surgiendo grupos o partidos de ideología nazis, que ya les gustaría vernos como en otros tiempos, (incluyendo a la iglesia) lo que no saben es que por mucho que se empeñen no van a conseguir que retrocedamos, han sido años muy duros, y muchas mujeres asesinadas, como para que ahora nos crucemos de brazos. Pues no señor, que se lo metan en esa mollera de machistas recalcitrantes que usan como cerebro. Tenemos hijas/hijos nietas/os, y no, no queremos que nadie pase por lo mismo.

Desgraciadamente este año por causa de la pandemia, muchas no saldremos a llenar las calles, por precaución, no pasa nada ya habrá muchos años más. Todo el mundo sabrá que es nuestro día mientras no consigamos la igualdad total. Estamos inundando las redes sociales de todo tipo de reivindicaciones con alegría e imaginación, las ventanas con carteles, los balcones con colores morados, la radio, la televisión, todos los medios se harán eco, aunque algunos a su manera como ya sabemos, pero el mundo sabrá y sabe, que la lucha sigue, y que no nos rendiremos. 

Demostraremos una vez más, que somos solidarias con las familias y victimas del Covid, que muchos de los “patriotas”, que  han llenado calles sin respetar las distancias y sin mascarillas, sin importarle infestarse e infestar, lo peor es que gran parte de la policía los dejaban tranquilos o hacían la vista gorda. Doble vara de medir. en estos días habido muchas más concentraciones por diversos motivos y conciertos masivos, sin que esos partidos levante su voz, incluso la larga cola para rezar a un santo en Madrid, cosa que respeto aunque no comparta, donde la mayoría no guardaban las distancias. Seguimos con la doble vara de medir. Mientras, la justicia sigue perdida o despistada.

 

Parece que las únicas peligrosas somos las mujeres. (que cosas).

 

Máximo respeto para todas/os los que hoy salgan a la calle a exigir lo que por Ley nos corresponde, a nosotras y a todos los ciudadanos.

 Yo lo hare desde este medio, y desde mis ventanas y balcón. Que sepan que cuentan con todo mi apoyo. Como ya sabemos, esto no es cosa solo de este día, es de todos los días, y de largos meses, y años, ojala muy pronto no hubiera que seguir haciéndolo, porque sería señal de que por fin habíamos llegado a conseguirlo., Se lo debemos a las pioneras y a nuestras hijas y nietas.

En momentos así es cuando nos damos cuenta del valor de la sanidad pública, espero que esta tremenda desgracia sirva al menos para que sepamos valorar lo que de verdad es importante, que cualquier gobierno que se precie no recorta nunca más en lo esencial que es lo publica para todas/os los ciudadanos, no todos se pueden permitir la sanidad privada, y la obligación de todo gobierno  es legislar para la gran mayoría, y solventar los problemas de los más desfavorecidos.

 

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En un día tan importante, no puede faltar mi máximo agradecimiento a todas/os los médicos y sanitarios, por su gran labor sabemos que sean dejado la piel y desgraciadamente muchos la vida, y porque ellas/os han sido el único consuelo de tantos enfermos por no poder tener al lado a sus familiares, No creo que jamás puedan olvidar tantos momentos durísimos por los que han tenido que pasar, tampoco olvidaran las cientos de vidas salvadas. Ha debido de ser durísimo, tremendo, e inolvidable. También al personal de limpieza de los hospitales. A tanta gente que han trabajado para que nada nos faltara.  Gracias a todas/os.

 

Mi pésame y abrazo virtual y extensivo a los familiares de las miles de víctimas, y mucha fuerza.

 

viernes, 1 de enero de 2021

ADIÓS 2020 BIENVENIDO 2021

Este año que dejamos atrás, ha sido catastrófico para todas/os, los ciudadanos del mundo, gracias una pandemia cuyo causante ha sido y desgraciadamente sigue siendo, mortal para millones de personas, el maldito y diminuto asesino en masa es llamado “COVID 19”. Es increíble que algo tan diminuto e invisible tenga tanto poder, lo que nos demuestra que en estos tiempos de nada sirven las armas, por muy modernas y sofisticadas que estás sean. Ya que un insignificante virus puede acabar con toda una civilización, si no fuera porque los científicos han trabajado a tope o a destajo, para encontrar el antídoto en forma de vacuna. 

Afortunadamente ya es una realidad que esperamos todos con ansiedad, algunos con escepticismo, pero hoy por hoy es lo único que nos puede ayudar, como en otras tantas ocasiones de enfermedades que también hicieron estragos en las poblaciones. 

Para nosotros en particular este año además del “virus” hemos sufrido y luchado contra otra lacra, bastante extendida como es el CÁNCER” aunque  yo la llamaría también “Pandemia” dado la cantidad de personas que la sufren y te das cuenta de ello cuando vas al hospital. 

Por todo eso para nosotros ha sido un año “negro” aunque por fortuna parece que lo vamos superando, primero Paco, ahora yo, que sigo en tratamiento después de la operación, este será largo, pero no doloroso, que ya es algo positivo.

Tengo que dar las gracias a todo el personal de nuestra querida y necesaria “Sanidad pública” porque con los años de recortes que han sufrido los diez últimos años si no fuera por el grandísimo esfuerzo de todos ellos, nada funcionaria.

Todos hemos podido comprobar la necesidad que hay en todos los países de invertir en sanidad y ciencia, ellos si salvan vidas, no lo santos ni ningún dios.

Creo que todo el mundo hemos coincidido en decirle adiós maldiciéndolo, y recibiendo al nuevo con esperanza, aun sabiendo que los primeros meses será más de lo mismo o mucho me temo que inclusive peor. Ya están en marcha las vacunas eso ya es un soplo de aire, ahora a esperar que den el resultado deseado, y que todo el mundo tengan aseso a ella.

Adiós malvado 2.020 y bienvenido 2.021 con la esperanza de recuperar la normalidad.

Espero que hayamos aprendido algo bueno de todo esto, como es saber lo que de verdad es importante y lo que no. Mucha suerte a todas/os.

No podía dejar de poner por escrito, estos episodios tan graves y trágicos en este mi humilde blog.