Señoras y señores, me cuesta mucho escribir este artículo,
por varias razones, primero porque es un tema más que delicado, segundo,
porque yo soy defensora a ultranza de
los derechos e igualdad de las mujeres, y tercero porque estoy en contra de
todo tipo de violencia.
Dicho esto, tengo necesidad de contar lo que escuche esta
fría mañana del recién estrenado mes de diciembre. Cuando venía de la compra
camino de mi casa, a la altura de la Avenida del Cairo, se cruzaron conmigo dos
mujeres muy jóvenes de las que yo apenas me fijé, pues siempre voy corriendo
más que andando, pues bien, al pasar, le iba diciendo una a la otra, que
supongo seria su amiga, pero no lo sé ni viene al caso. A pesar de mi rapidez
me dio tiempo a escuchar lo que le dijo, palabras textuales: –Le dije que si se iba, le denunciaba por
malos tratos. Me quedé de piedra mientras ellas se alejaban, sin que me
diera tiempo a reaccionar y desde luego sin saber si debía o no decirle algo y casi sin creer lo que había oído, me pareció
tan fuerte, que estuve toda la mañana dándole vueltas sin que se me fuera de la
cabeza.
Con la cantidad de mujeres fallecidas y otras muchas que son
víctimas de malos tratos físicos y sicológicos, auténticas mártires en manos de
sus parejas. Esta joven mujer se permite amenazar a su pareja con “denunciarlo por malos tratos si la deja”, por lo que se deduce que no era verdad, sólo
una estrategia para retenerlo en contra de su deseo de dejarla. Me parece muy
grave, y por desgracia creo que pasa más de una vez.
Como ya he dicho al principio, mi apoyo incondicional a
todas las mujeres que tienen, o han tenido la desgracia de toparse en su vida
con algún mal nacido de esa calaña, pero no puedo estar de acuerdo con la que
es capaz de mentir en algo tan grave, que puede acarrearle a una persona
inocente un daño irreparable, pues de todos es conocido el dicho de “calumnia que algo queda”. No sería
justo, porque estaríamos actuando con el mismo lema que los maltratadores, “si no
eres mía no eres de nadie”, en este
caso seria “si no eres mío te denuncio”.
Con este tipo de actuaciones flaco favor les hacen a las que de verdad son
maltratadas, y desgraciadamente martirizadas en nombre de un falso amor.
La verdad es que sentí vergüenza ajena, vergüenza de
escuchar esas palabras en boca de una mujer. Por otro lado de una mujer joven
que tiene toda la vida por delante, para vivírla con alguien que la merezca y sepa
valorarla, pero si ella prefiere estar con alguien que al parecer ya dejó de
quererla y que si sigue con ella será por sus amenazas, es que no se da cuenta
de la humillación que significa para ella, y de lo poco que se valora a sí
misma.
Realmente en el fondo me dio mucha pena, espero que su
familia sepa aconsejarla bien y no cometa un delito tipificado en el artículo
457 del Código Penal como denuncia falsa, por unos estúpidos celos.
La vida es larga y lo que en un momento nos parece terrible
y difícil de asimilar, con el tiempo reconocemos que no lo fue tanto. En la
juventud tenemos la tendencia a magnificar cualquier cosa que con el tiempo
vemos claramente que no fue tan importante.
“Siempre que una
puerta se cierra, otra se abre”, y que “en
esta vida nadie es imprescindible”.
Son frases hechas que no por muy manidas que estén, dejan de
ser verdaderamente auténticas, y dignas de tener en cuenta.