Pequeños ángeles que vinisteis al mundo marcados como carne de cañón. Qué delito
habéis cometido para ser el sacrificio en la barbarie.
Nacisteis en el sitio equivocado. Del amor de unos padres
condenados.
No os dejaron ser niños, no conocisteis una vida en paz.
Lo peor es que vuestra muerte no servirá de nada, a pesar de
encogernos el corazón cuando vemos vuestros cuerpos mutilados.
Mientras una parte del mundo sufre de impotencia, otra se
frota las manos.
Siempre desde que el mundo es mundo las malditas guerras han
sido por intereses de unos pocos.
Hubo un tiempo que hasta la llamaron “Santa
“cuando fue una de las más crueles, aun que todas lo sean.
Ni siquiera os nombraran por vuestros nombres, solo seréis
“daños colaterales”.
Dejasteis este mundo entre el horror y el estruendo, la
suciedad y los escombros, otros mueren entre sabanas blancas, acompañados de cariño y de palabras de consuelo.
Hasta
para morir hay clases.
Os cortaron las alas antes de aprender a volar. Nadie pudo
abrazaros ni daros unas caricias antes de espirar, no, no hubo tiempo.
No conocisteis una vida en paz. Qué ironía, la muerte es más
solidaria, ella os la dará.
Aunque muchos ojos en todo el mundo os hemos llorado, no
tendréis flores blancas sobre la tumba.