sábado, 21 de septiembre de 2013

ALZHEIMER-TE ODIO-


No te conozco, pero te odio y te temo. Dicen que atacas a partir de los sesenta y cinco aproximadamente, pero incluso a edades mucho más tempranas. Eres ruin y traicionero. Te apoderas de los recuerdos de las personas y de sus intimidades. ¿Con que derecho, Dios, con qué derecho?

Me gustaría saber cómo te puedo atacar a ti, antes de que tú lo hagas conmigo. Antes de que me arrebates mis vivencias. Antes de que borres de mi mente el físico de mis seres más queridos. Antes de que confunda todos los términos. Antes de que me dejes como una muñeca sin pasado y sin futuro.

¿Cómo y con qué te puedo atacar? Para salvar a los míos de un calvario que minará su independencia. Que sufrirán mucho más que yo, que ya estaré ausente. A ellos les dolerá comprobar que ya no seré nunca más la mujer que fui. Les dolerá, que no los conozca, o que los confunda con otros. Se sentirán culpables cuando no tengan más solución que internarme en un lugar de donde no me pueda escapar, y donde me traten como lo que seré, una persona sin una historia que contar, es decir “anónima”.

Y qué decir de los hombres y mujeres, excelentes científicos preparados con dinero público que tendrán que emigrar y los que ya se han ido, siendo rápidamente reclamados por otros países con otra forma de pensar sin duda, más inteligente y práctica.

Solo con la ayuda de esas personas que dedican toda su energía a la investigación, podremos combatirte y  aniquilarte, Alzheimer del demonio, te odio.

 Parece que no tiene nada que ver los pequeños olvidos con la malévola enfermedad de Alzheimer. Hoy ha salido en los medios de comunicación, una buena noticia: “Sanidad da luz verde al ensayo clínico en pacientes en un estado leve de la temida enfermedad”. Noticias como esta hacen que merezca la pena la inversión de dinero público para investigación. Dinero que, con el achaque de la crisis, no llega y se está poniendo en peligro cientos de trabajos, que se quedaran a medio hacer, es decir como los seis millones de parados que se han quedado en “STAND BY”.


miércoles, 18 de septiembre de 2013

CUAL PLUMA AL VIENTO.


El viento, ese fenómeno de la naturaleza, el mismo que es a la vez es fuerte y violento, o ligero, y suave. El que mece las hojas, y las plumas, como la madre que al son de una nana mece a su retoño. Como su naturaleza es voluble cual veleta, hay días que arrasa lo que se le ponga por delante. Y otros en cambio parece que acaricia.

Cuantas veces los humanos nos parecemos a las débiles hojas y plumas que el viento maneja a su antojo. Los acontecimientos en los que nos vemos involucrados sin previo anuncio, hacen que se desencadene a nuestro alrededor un huracán de sentimientos y de contradicciones. Nos sentimos frágiles, y nos pone a merced del viento, de un viento de terrible incertidumbre. De un querer y no poder. De un mar de dudas, sentimos que el viento nos bambolea a su antojo, de pronto lo vemos claro, de pronto el viento se arremolina y lo vemos todo opaco. Es como el famoso SER O NO SER, de mi admirado Shakespeare.

Sin duda es algo que va intrínseco en la mentalidad del ser humano. Las dudas, la traición, el remordimiento, el orgullo, la vanidad, la dejadez, la cobardía, la impotencia o la valentía, el amor, el desamor, el olvido, la pasión, los errores y los aciertos, la venganza, la nostalgia, el rencor y el perdón. Una gran incertidumbre mental, que nos hace sentir frágiles e inseguros.

Aunque a veces aparentemos ser fuertes, en realidad no lo somos, o no tanto como quisiéramos, nos duele el corazón, ese, que dicen los mentirosos, que no duele, no es cierto, lo sé.

Nos asemejamos a las frágiles plumas que el viento furioso las aleja una y otra vez. Y otras con su suave brisa las deposita en algún lugar. Como nosotros, los humanos, cuando nos acercamos y alejamos de los problemas, queremos ser fuertes para afrontarlos con valentía, y a la vez queremos evadirnos, tratando de no pensar. Craso error sin duda, pues creo que las cosas que nos cuestan, lo mejor es afrontarlas lo más rápido posible. Pero es tan  difícil, tan, difícil.

Cuesta tanto, tanto, taponar las heridas, recoger con las manos las plumas de la incertidumbre y del dolor, y guardarlas entre las páginas de un  libro para que no se escapen, para tratar de olvidar. Sólo, quizás algún día muy lejano, sacarlas para recordar con nostalgia aquello que durante un tiempo que nos pareció eterno, nos perturbo.

Hay que abrir las ventanas de par en par y dejar que una nueva brisa de energía nos llene los pulmones, y aleje el sin vivir que nos acongoja.

Todos somos capaces de rectificar y de hacerle frente a las adversidades, de perdonar y ser perdonados, de darnos otra oportunidad de ser felices.

Por eso quiero ser fuerte, para afrontar lo que ha de venir, y nunca más ser  débil como  pluma que el viento maneja a su antojo.

La vida es a veces dura, y a veces un regalo, pero sin duda merece la pena vivirla.