Anoche en unas horas de insomnio, como tantas otras, acudí a
una de mis distracciones favoritas, la Radio, en concreto el programa llamado, HABLAR
POR HABLAR, que emite la cadena SER. Y es favorita puesto que es la que más escucho, desde que Radio
Nacional dejo de ser lo que fue con el anterior gobierno, es decir una radio
libre, y que cambio de un plumazo, al entrar los actuales, justo es decirlo.
En las noches de obligado insomnio, digo obligado por que no
es voluntario, viene sin avisar y se queda sin que nadie lo haya invitado, a
esa horas casi siempre las mismas, son las que justamente coinciden con el horario
de ese ya antiguo programa, que sirve de consuelo y paño de lágrimas a cientos
de personas a las que la vida las ha puesto a prueba. A veces no puedo con el dolor ajeno, y cambio
de canal.
Quien lo haya escuchado alguna vez, sabe que es un programa donde
predominan el sentimiento y el dolor de muchas
personas que solo buscan un desahogo a su soledad, o a sus numerosos problemas.
El programa consiste en llamar y
contar cada cual sus preocupaciones, esperar
unas palabras de consuelo, o un buen consejo de algún oyente que haya pasado
por su mismo problema. Siempre hay gente que contesta, dándole ánimo o algún
consejo. Algunos desde la experiencia de haber pasado por situaciones
parecidas.
Ciertamente es muy difícil conciliar el sueño, escuchando a
tantas personas contar sus miedos y temores, ya sean temas de trabajo,
enfermedades, o de amores y desamores. Es increíble la cantidad de historias
conmovedoras que cuentan algúnos/as. No cabe duda que la frase “La realidad supera la ficción”, es
totalmente cierta.
No es ni la primera vez, ni será la última, que algunas
historias me han hecho llorar. Por un lado sientes que no debes escuchar algo
que te hace sufrir, y por otro, también creo que tener los pies en la tierra, nos
hace valorar más lo que tenemos. Ante tanto drama, es difícil no pensar que a
veces nos quejamos de vicio, aunque por otro lado, siempre se ha dicho “que mal de muchos consuelo de tontos”, o
“quien no se consuela es porque no quiere”, sin duda frases
hechas, que de nada nos sirven, y es que a cada cual le duele lo suyo. Cosa por
otra parte más que lógica.
Entre otros muchos, llamo una señora mayor que se expresaba
bastante bien y con la que me sentí totalmente identificada, nos recordó la reciente
y dramática tragedia de Lampedusa. Un
caso que nos han conmovido a toda la gente con “humanidad” por su significado. El naufragio, aunque no es ni el
primero ni será el último,
desgraciadamente, es tan conmovedor, que hay que ser muy mala persona
para no emocionarse y al mismo tiempo indignarse
porque las naciones no hagan algo
efectivo. El mar con todo su inmenso poder se ha apoderado de una mayoría de
ellos, como un gran dragón insaciable, los ha deglutido. Los otros, los
rescatados, solo son números. Una verdad horrible y cruel.
Otro caso que también mencionó esta amable y educada señora,
y que nos ha conmovido especialmente, es el del chico polaco, al que al parecer
no le atendieron en el hospital como lo
que era, un moribundo. Y que murió pocas horas después en un comedor social en espera
de un plato de comida caliente que llevarse al estómago. Y en esas falleció, sin consuelo de nadie,
pues imagino que los demás estarían impacientes en la cola, por la misma urgente
necesidad.
Yo me pregunto, ¿Qué clase de médico deja a un paciente en
esas circunstancias? una persona, que se encuentra tan mal y que según los
datos pesaba treinta kilos, ¡Por dios bendito! ¿Qué fue lo que no vio ese médico?
Que los medios con los recortes
escasean, vale, y que seguro que tienen órdenes especificas para los
inmigrantes, no lo dudo, pero el deber de un medico es ayudar sobre todo a
personas cuyo estado es tan lamentable, que es inhumano dejarlo tirado en la
calle, como a un perro callejero.
En este caso, y siempre desde mi punto de vista, hay una
clara culpa no solo de las infames restricciones causadas por esta crisis, que
por cierto, no la hemos creado nosotros, como querían hacernos creer, también ha
habido una gran falta de humanidad, por el personal responsable del hospital. Y
a eso precisamente se refería la citada señora, a la falta de esa empatía que
se está apoderando de nosotros, a ese no querer saber nada de los problemas de
los demás.
Hoy he escuchado en las noticias unas palabras del famoso
por bonachón “Padre Pateras” que de esas
historias sabe un montón, sin duda más que nadie. El buen hombre, dijo con toda
la razón (que lo injusto son las normas y
leyes que prohíben a cualquier persona que socorra o de amparo en su casa a
cualquier sin papeles, bajo pena de multa). Algo fuera de toda lógica humanitaria,
leyes que sin duda él no sigue, son muchas las personas que lleva acogiendo en
su propia casa, desde hace bastantes años. Imagino que ahora estará desbordado,
sin duda este buen señor si practica el auténtico cristianismo.
Pensad por un momento (yo
ya lo hago siempre), que ese chico podía haber sido un hijo mío, o vuestro. Sin duda se ha tenido que sentir muy solo, y
perdido en un lugar del mundo, lejos de familia y amigos, y que por alguna
razón no ha tenido suerte, no todos la tienen. Cuántos miles de jóvenes bien
preparados están emigrando diariamente. Los que se van con contratos, mucho
mejor, pero todos sabemos que una gran mayoría se van a la aventura. Cuántos de
ellos tendrán suerte, y cuántos se verán solos y desprotegidos. Afortunadamente
no es el caso más común, que nadie se alarme.
Estamos sufriendo una crisis mucho peor que la monetaria, para
mi mucho más grave, es la de la insensibilidad por los
más desvalidos. El pasar de largo, para que no nos salpique. ¡Mientras que no nos toque! El cerrar
los ojos ante tanta injusticia.
Desde este mi humilde blog un gran abrazo solidario, para
todos los que buscando un futuro mejor se aleja del hogar que los vio crecer.
Mucha suerte para
todos.
En fin que esto es HABLAR
POR HABLAR, o reflexiones de una madre y abuela que no quiere para los
demás lo que no quiere para sí misma.