martes, 5 de abril de 2022

TARDES DE CLIk

 

 

 Cuando Claudia y Alejandro, mis primeros nietos, eran pequeños, y pasaban algunas tardes en casa, les tenía preparada una caja llena de “Click de Famobil”, que pertenecieron a su padre, mi hijo Paco, con los que jugó no solo él, también su hermano Gabriel.  Me costó trabajo encontrarlos, entre tanta caja de recuerdos y ropas, habían pasado muchos años, pero por fin los encontré y los puse un rato en mistol con un poco de lejía, los lave muy bien, y como nuevos. Pocos juguetes duran tanto como estos pequeños “click” a los críos les gustan mucho pues al ser articulados los pueden sentar, montar en los caballos y coches.

 A Claudia le hicieron mucha gracia, se pasaba toda la tarde jugando a las casitas, le enseñe a distinguir a los chicos de las chicas, pues la diferencia es mínima, también había niñas y niños, y no faltaba una abuelita con pelo blanco moño y gafas, un señor de color negro, y uno con pelo y barba blanca, que la niña decía que era el abuelo,  caballos y vacas, perros, cerdos, una ovejita, restos de una granja, restos de un salón del lejano oeste, unas sillas, un banco, unos cuantos baúles y maletas, otros cuantos del “barco pirata” otros del “fuerte” y del “salón”, un pirata de pelo y barba roja otro con pata de palo, incluido el parche en el ojo, sombreros de vaqueros, vallas de la granja, y restos de casas. 

La imaginación de los niños enseguida se pone en marcha, con rapidez Claudia organizaba a los papas y mamas, el colegio para los niños, el profesor (su maestro Jorge) los abuelos (la señora de pelo blanco y el señor  negro) sentados en el banco del parque, y como no podía ser menos, busco con que hacer una cama, y con que taparlos, con un poco de ayuda por mi parte lo conseguía rápidamente, los acostaba después de bañarlos y darle la cena. Estos esfuerzos se veían interrumpidos de vez en cuando por Alejandro más pequeño, que le destrozaba todo su esfuerzo, pero es tan buena que solo protestaba un poco, y volvía a poner todo en su sitio y seguía jugando. 

Ahora también los usan Enara y Noah, los benjamines de la familia, que también los disfrutan, aunque no tardaran en abandonarlos por otros juguetes mas acordes a sus edades, es la vida la que se impone. Sin apenas darnos cuenta, un día los vemos mayores, sus conversaciones y sus gustos han cambiado, por un lado nos da pena, por otro nos sentimos felices de verlos crecer tan rápido, imagino que a ellos les pasara igual, nos miran y pensaran mi abuelo, mi abuela se ven muy mayores, ¿cuándo cambiaron y como no nos dimos cuenta?   

Sé que pronto los clik serán limpiados y guardados con esmero, para la próxima generación que yo ya no veré, pero ellos estarán ahí, inmunes al tiempo, como nuevos, verán caritas nuevas y otras pequeñas manos los manejaran a su antojo, y los querrán y cuidaran. 

Pasaran muchos años y los mismos juguetes que sirvieron a la primera generación, seguirán alegrando, los ratos de ocio de las siguientes, los hijos, de mis nietos, de los que mis hijos serán los abuelos y asi sucesivamente, los  descendientes, disfrutaran viendo a sus nietos jugar con la misma ilusión con la que nosotros lo vivimos.

 

Larga vida a los Clik.

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