domingo, 22 de agosto de 2010

CLAUDIA NO SABE

Jueves once de enero de 2007. Lo que parecía un día normal y corriente se convirtió en un día muy, muy especial, porque después de nueve largos meses, por fin, a las diez y cuarto de la noche nacía Claudia.

Os preguntareis qué quién es Claudia, pues es mi primera nieta, la primera hija de mi primer hijo. Dicho así parece un trabalenguas. Los que ya tenéis nietos comprenderéis a la perfección. Es una amalgama de sentimientos y sensaciones, que van desde la ternura, a los recuerdos de mis propios alumbramientos, momentos y situaciones que vienen a la memoria después de tantos años, y sentir la felicidad de tus hijos, y hacerla tuya, ver la carita redondita y dulce de Claudia, y ya sabes que siempre la querrás y siempre la protegerás.

Claudia no sabe no, todavía no sabe, que tendrá tantas y tantas cosas que aprender y descubrir, pero no lo hará sola no, todos contribuiremos a ayudar a sus padres, para que Claudia conozca el mundo, un mundo que podría ser maravilloso, si no nos empeñáramos en destruirlo poco a poco. Pero no quiero ser pesimista, quiero creer que Claudia va a poder saborear la belleza de este planeta llamado Tierra.

Claudia no sabe no, lo increíble que puede llegar a ser un paseo por el campo por la mañana temprano, cuando las gotas de rocío caen de las hojas de los árboles, y podemos ver a través de ellas los colores del arco iris, y escuchar el canto de los pájaros, que se funde con el sonido del agua de los arroyos. Y al avanzar la mañana, cuando el sol va llenando los campos de luz, ver como ese resplandor, que se filtra a través de las ramas de los árboles, deja al descubierto toda la gama de verdes, como si de la paleta de un pintor se tratara. Esas primeras horas de la mañana son, de una belleza increíble, como igual de bello es un atardecer en una playa, como las de Cádiz, con su luz y su arena, blanca y fina, donde pasear es una delicia, y sentarse de cara al mar mirando el horizonte, y ver las tonalidades que se van formando en el cielo, desde el celeste a la gama de naranjas, y rojizos, pasando por los violetas. Esas horas son increíbles, y todo un placer para los sentidos, y que todos estamos impacientes por mostrárselos. Y tantas y tantas, cosas más.

Claudia todavía no sabe, lo afortunada que es, por tener unos padres que se quieren, y que la han deseado. Tiene un hogar cómodo y confortable dónde se respira paz y mucho amor.

Claudia no sabe que, hay niños que son maltratados, que pasan hambre y son obligados a trabajar a tempranas edades, y mueren en guerras absurdas por intereses económicos y que son llamados después daños colaterales.

Claudia no sabe, lo cruel que puede ser el mundo para muchos niños, que crecen sin tener lo más elemental, como la alimentación, el cariño y la protección de sus padres. No deberían llamarse civilizados los países ricos, que permiten que esto siga pasando.

Claudia no sabe, que estas cosas están ocurriendo hoy, en el siglo veintiuno, con los grandes avances de la ciencia y las tecnologías, y sin embargo se siguen muriendo niños de hambre y enfermedades que ya se erradicaron hace muchos años.

No, Claudia no sabe, y ¡yo no quiero que lo sepa!.

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