domingo, 29 de julio de 2012

RETAZOS



TARDE DE LLUVIA

La vista de la ciudad desde el ático en la séptima planta en la que estoy, es realmente hermosa. La copa de los arboles de un parque cercano se asoman por encima de los altos edificios, como curioseando lo que pasa por las calles. Ellos son el toque de color entre grises asfaltos y bloques interminables. Ellos nos regalan el oxigeno que la contaminación del intenso tráfico, nos roba. Una tenue luz semejante a la niebla, se va apoderando de la ciudad y de sus gentes que caminan ensimismados, aislados  en  sus propios pensamientos. La tarde se desliza suavemente sigilosa, como no queriendo que nos demos cuenta de que se está yendo de puntillas, sin despedirse, quizás para que no la detengamos, o quizás tenga un pacto de relevo con la noche, sí, eso debe  ser.

La lluvia cae lentamente. Mi cara y mis manos en contacto con  los fríos cristales. Siento en todo mi cuerpo su frescor, y me agrada. Suena la música de fondo, “Time To Say Goodbye” cantada magistralmente por “Andrea Bocelli, y Sara Brightman”, esta canción siempre me emociona.  Le he dado libertad a mi mente dejándola en blanco. A  veces quiero hacerlo y no puedo, sin embargo hoy me ha sido fácil. No pienso en nada, siento que de mis ojos salen lágrimas furtivas que caen lentamente al unísono de la lluvia sin que yo haga nada para detenerlas, para qué. Aunque no sé la razón de ellas no me molestan, ¿o acaso hace falta tener motivos para llorar? realmente no lo sé, creo que no, que  esas lagrimas que ni siquiera son llanto, cuando salen involuntariamente, casi con placer, son una parte más de nuestro organismo y como tal aparecen cuando le apetece. Lo mismo que aparecen los dolores sin que podamos hacer nada. Al contrario que en el caso del dolor, las lágrimas sin motivo son relajantes, y  placenteras.

Siento que un gran bienestar se apodera de mí como si algo o alguien ajeno a mi cuerpo, me hubiera hipnotizado. Me dejo llevar, disfruto de esos momentos de placer fortuito, inesperado, sublime, de una acogedora y nostálgica, tarde de lluvia.

Realmente hacía mucho tiempo que no me sentía también.

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LA SOLEDAD.

Desperté una mañana y la pude sentir.
Todos mis sentidos y mi cuerpo entero la detecto.
Estaba presente en mí, y en todo lo que me rodeaba.
Yo no la llame, no la desee, y sin embargo acudió a mí.
Llego  cuando menos la esperaba. La soledad.

Nunca creí que vendría, para hacerme compañía, ¿Qué contradicción?


1 comentario:

Paco Muñoz dijo...

Muy bonito y literario.
Un beso