sábado, 10 de julio de 2021

CARTAS A OLIVIA. SERIE RETAZOS.

 

RETAZOS

CARTAS A OLIVIA

Julia era una mujer madura de apariencia aun joven. Vivía sola y trabajaba de secretaria en unas grandes oficinas, Julia, estaba muy preparada ya que además de su carrera, sabía varios idiomas, era muy formal y trabajadora.

 Para los compañeras/os Julia, era “una tipa rara” o eso era lo que decían de ella a sus espaldas, y en parte llevaban razón, ya que procuraba aislarse lo más posible del resto, al parecer amaba demasiado la soledad y su privacidad. Cumplía a la perfección con su trabajo, pero nunca quedaba con nadie al salir ni acudía alguna celebración, no aceptaba ningún tipo de bromas. Tampoco le conocían ningún romance, ni novios o amigos íntimos. Lo dicho la consideraba, una “tipa rara”.

Lo que nadie conocía eran los  motivos, de su actitud tan arisca y extraña, porque a nadie se los conto, ya que para ella su intimidad era sagrada.

Julia había sido madre a los 15 años gracias a un hombre sin escrúpulos, amigo de la familia, para más inri. Había tenido una niña, a la que por decisión de la familia habían dado en adopción.  La familia temiendo el escándalo, y la deshonra, dispusieron de ambas a su antojo, Julia,  apenas se dio cuenta de nada, era aun tan niña, y entre el trauma primero por el embarazo no deseado, del que se dieron cuenta demasiado tarde, para Julia todo aquello, le era ajeno, había pasado por encima de ella como una pesadilla, los meses de embarazo, fueron un calvario, veía como su joven y liso vientre se iba hinchando, sin poder hacer nada. La apartaron de sus amigas, se la llevaron a una casa de campo, se sintió sola, y asustada, ni tan siquiera comprendía nada.

Cuando todo aquello acabo y ella se recupero, sintió un irresistible  instinto maternal, a pesar de su corta edad, quiso que le devolvieran a su hija, les amenazo con irse de casa pero todo fue inútil, se juro así misma que se iría cuando cumpliera la mayoría de edad y estuviera preparada.

Julia nunca fue la misma, había perdido las ilusiones y la alegría propia de sus años. Se centro solo en estudiar, y estudiar, cuando estuvo preparada se fue sin tan siquiera despedirse, jamás les perdonaría.

Julia todas las noches escribía unas líneas en su diario, dirigidas a su hija, su hija Olivia, era el nombre con el que decidió llamarla para pensar en ella, para escribirle, y quien sabe quizás algún día encontrarla.

“Querida Olivia soy Julia tu madre biológica, quiero que sepas que nunca, nunca quise apartarte de mí, y no sabes cómo sufro por lo ocurrido, por no haber reaccionado a tiempo. Siento un dolor inmenso, y quiero que sepas lo arrepentida que estoy, que no hay un solo día en que no me acuerde de ti, de tantas cosas que me estoy perdiendo, tus risas, tus abrazos y  caricias, tus llantos, tus calenturas, tus caídas, tu mirada, tus cumpleaños, tus juegos, tu cariño. Mi niña, mi pequeña, Olivia.

“Querida Olivia, te imagino parecida a mí con tus años, tu pelo rubio ensortijado recogido con un lazo rojo, corriendo por el parque con otros niños, y yo mirándote jugar embelesada. Pensando que Jamás hubo una niña más linda que tu”. Mi pequeña, buenas noches tesoro.

Y así un día y otro, y otro.

Querida Olivia hoy es tu cumple años, ya haces 12 años, eres casi una mujercita, espero que seas muy feliz allá donde estés. No tengas prisa por conocer el amor que llegara a su debido tiempo, no quiero que te pase como a mí, serias desgraciada, aunque si yo hubiera tenido una madre de verdad y que me hubiera apoyado, ahora tu estarías conmigo, no supe reaccionar a tiempo.  Lo siento mucho, tesoro.

Julia, cada día y cada cumpleaños, le compraba algo según la edad, y lo guardaba todo en un armario con su nombre, las cartas y los regalos, se sentía feliz haciéndolo.  

Ese era el secreto que Julia guardaba, y por el que se comportaba de un modo un tanto raro a pesar de ser cortes, y por el que no había rehecho su vida.

Julia se hacía mayor pero nunca perdió la esperanza de encontrarla, aunque por más que había buscado y pagado porque la encontrara sus pesquisas nunca dieron frutos.

Olivia, era su único amor, y su secreto mejor guardado.

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Esta historia inventada podría ser la de cualquier chica de su edad, a la que sus padres no solo no apoyaron, sino que decidieron por ellas más por hipocresía y por el qué dirán que pudo más que la felicidad de sus hijas que hubiese sido plena de haber podido criar a sus pequeños, incluso esos abuelos hubieran sido más felices ayudando a sus hijas en la crianza de un bebe, que es el regalo más hermoso que la vida nos regala. Cuantos padres insensibles  sucumbieron a tal perversión de arrancar a una criatura inocente de su madre biológica.

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